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Por Alberto Vizcarra Ozuna *
“Los grandes ya tienen sus esquemas, y ahí no se va a regresar al apoyo como se hacía en el pasado”, con esa sentencia la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, confirmó que mantendrá la línea de abandono a los productores de granos básicos ubicados en las zonas de riego del país que comprenden cerca de cuatro millones de hectáreas, donde descansa la producción de trigo, maíz, frijol y sorgo. La expresión lapidaria la soltó el martes 12 de noviembre, al ratificar los esquemas de asistencialismo para las regiones del autoconsumo y anunciar un temerario plan hídrico que se propone convenir, bajo presuntos ahorros, retirarle agua a la agricultura de riego.
Al momento de dictar la condena de que no habría apoyos para “los grandes” productores nacionales, la presidenta Sheinbaum anuncia también la ratificación del Paquete contra la Inflación y la Carestía (PACIC), que se renovó con los grandes importadores de granos y productos alimentarios, a quienes -desde el gobierno anterior- se les ha liberado de todo arancel en las voluminosas importaciones, a cambio de una supuesta colaboración en los esfuerzos en contra de la inflación.
Cuando la Doctora Sheinbaum se refiere a los productores agrícolas de las zonas de riego como “los grandes”, tratando de justificar el retiro total de los apoyos porque ya “tienen sus esquemas”, obliga a la revisión de la proporcionalidad y refleja que el gobierno se mantiene atado a los criterios neoliberales que, por décadas, desde la firma del TLCAN, han consentido el desmantelamiento de la agricultura nacional, hoy en proceso de desintegración físico-productiva.
Hay lugar a la pregunta: ¿Quiénes son realmente los grandes? Al parecer la presidenta supone que “los grandes” son los agricultores que se ubican en la agricultura de riego del país, conformada en su mayoría por una población de pequeños y medianos productores, entre propietarios, ejidatarios y colonos que participan de una agricultura tecnificada y que indebidamente, como resultado de la firma del TLCAN a mediados de los noventa y bajo el mote de “agricultura comercial”, fueron empujados a esquemas diseñados para la exportación, con la agenda preestablecida de que terminarían abandonados a la suerte de una política de precios fijada en los mercados especulativos de granos que concurren en la Bolsa de Chicago.
Importante precisar que tales políticas no fueron elegidas, ni mucho menos diseñadas por los productores. Se conformaron animadas por la ambición de los grandes corporativos agro-financieros que se ven beneficiados con la dependencia alimentaria, la bancarrota de los productores y la destrucción de la agricultura nacional. Todo esto con el consentimiento y complicidad de los gobiernos neoliberales que elaboraron “los esquemas” a los que se refiere la presidenta Sheinbaum cuando, justificando el abandono del estado a los productores dice: “ellos ya tienen sus esquemas”.
Cuando condena a miles de productores nacionales a ser triturados por la dinámica especulativa de la Bolsa de Chicago, la presidenta Sheinbaum, ese mismo día, firma el PACIC, con un grupo no mayor de quince representantes de los principales corporativos que monopolizan la importación de granos y productos alimenticios. Entidades beneficiadas con una política oficial de libre arancel y que controlan el mayor porcentaje de la comercialización de trigo, maíz, frijol, sorgo y otros granos. Alcanzando ingresos de miles de millones de dólares, que resultan vergonzosos al contrastarlos con la bancarrota de los productores nacionales y con el creciente incremento inflacionario en la canasta básica que padece la población.
La confirmación del gobierno de Sheinbaum, de permanecer atada, como lo hizo el gobierno anterior, a “los esquemas” impuestos por los corporativos agro-financieros que se apoderan del mercado nacional alimentario, ocurre en uno de los peores momentos que ha tenido el campo mexicano en todo el período posrevolucionario. Por efecto de estas políticas públicas cruzadas con una tremenda sequía que azota a las tradicionales zonas graneleras del norte y noroeste de México, el sector agrícola registra procesos de desintegración física, productiva y social.
Tan solo en la región sur de Sonora y norte de Sinaloa, por el efecto combinado de la sequía y el abandono deliberado del gobierno federal, se dejarán de sembrar más de 700 mil hectáreas de trigo y maíz. La consecuencia en la producción es que Sinaloa dejará de producir más de cuatro millones de toneladas de maíz blanco y Sonora cerca de dos millones de toneladas de trigo.
El gobierno de Sheinbaum, hace una mala apuesta al confiarle la alimentación de los mexicanos a los grandes corporativos agro-financieros y darle la espalda a la agricultura y a los productores nacionales. Aparece como la alternativa más fácil escoger la alianza con los poderosos intereses que manipulan los mercados alimentarios, aunque esto represente destruir la agricultura nacional. Sin embargo, esa ruta pone a México en una situación de tremenda vulnerabilidad frente a la errática y ventajosa conducta de los mercados especulativos de alimentos. En situaciones así, el hambre siempre está al acecho.
*Desde el Valle del Yaqui, Ciudad Obregón, Sonora, 19 de noviembre de 2024.
*Publicado en https://elportaldelagente.mx/
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