Por Denise Dresser
El presupuesto enseña lo que valora un gobierno. El presupuesto evidencia cuáles son las prioridades, cuáles son las restricciones, y cuáles son los rubros que se quieren sacrificar. Demuestra lo impulsado y lo sacrificado.
Y el presupuesto federal para el 2025 retrata a la administración de Claudia Sheinbaum. Un gobierno pauperizado por lo que su predecesor gastó; acorralado por la deuda y los gastos comprometidos que heredó, presionado por el petro-nacionalismo que impulsa y las obras inservibles que prometió terminar.
La prioridad no es la innovación, ni la educación, ni la salud, ni el medio ambiente, ni la cultura, ni crear las condiciones para que los pobres dejen de serlo. No busca reaccionar ante la realidad, sino seguir financiando una manía.
No intenta encarar la crisis fiscal, sino seguir fingiendo que no existe. En nombre de la austeridad, recorta lo que realmente importa. Tijeretazo tras tijeretazo, recorte tras recorte y reasignación tras reasignación, los morenistas han diseñado un testamento que da cuenta del asesinato del Estado.
Si antes las instituciones públicas funcionaban mal, ahora funcionarán peor. Si antes la población solo accedía a servicios de mala calidad, ahora dejarán de existir.
Sheinbaum dispondrá del dinero de todos para mantener la militarización, apuntalar las energías fósiles, alimentar a los elefantes blancos de AMLO, y financiar su base electoral.
La 4T “izquierdista” está reduciendo al Estado a su mínima expresión, para gastar en lo que sí le preocupa. Las 3 P’s: Pemex, programas sociales y punitivismo militarizado. He ahí presupuesto diseñado para inyectar 520 mil millones de pesos adicionales a Pemex y la CFE, mientras incluye recortes brutales a la salud, a la seguridad, al combate a la violencia contra las mujeres, a la búsqueda de desaparecidos.
Donde no hay una estrategia específica para impulsar el crecimiento económico o la oportunidad del nearshoring, puesta en riesgo por el propio gobierno. Donde a pesar de las preguntas sobre su viabilidad y rentabilidad, el gasto en el Tren Maya se mantiene. Donde no habrá recursos para escuelas de tiempo completo, ni capacitación de maestros, ni cuidado al medio ambiente, ni apoyo al INAH, ya que la cultura perderá el 29 por ciento de sus recursos.
Un presupuesto armado para complacer a AMLO y a las directrices que Claudia sigue asumiendo como suyas, porque le toca pagar los platos rotos del sexenio anterior. Se seguirá aventando dinero a Pemex a pesar del crecimiento de sus pérdidas y el aumento de sus pasivos. Y la deuda heredada del lopezobradorismo será una losa que Sheinbaum cargará sobre la espalda, y le impedirá caminar hacia el futuro.
Sheinbaum tendrá que avalar todos los programas que funcionan sin reglas de operación o supervisión, de los cuales se encargan los “superdelegados” y los “Siervos de la Nación”. He ahí un presupuesto minimalista con una clara intencionalidad clientelista. Un presupuesto impuesto por la impronta de un expresidente exponente del analfabetismo económico, que le ha pasado los costos de gastar de más a su sucesora.
Y ambos usan el argumento del combate a la corrupción para justificar una insólita recentralización. Han logrado imponer la narrativa discursiva de la austeridad, aunque esté basada en criterios arbitrarios y produzca resultados destructivos, como los señalados por Moody´s.
Por ello no habrá innovación progresista sino pobreza asistencializada. No habrá reforma fiscal progresiva sino achicamiento estatal regresivo. La “4T” arropa a los más pobres en el discurso, pero protege a los más ricos vía un sistema fiscal injusto que no se atreve a tocar. Y este presupuesto neoliberal será avalado por diputados que no revisarán ni analizarán lo que la Presidenta les envía; simplemente se hincarán como priistas para complacerla.
En un presupuesto caracterizado por machetazos, a los nuevos siervos les tocarán abrazos: mil 300 millones de pesos para el Poder Legislativo y sus viajes —al estilo Monreal o Andrea Chávez— en helicóptero o en camionetas blindadas último modelo. Serán premiados por reemplazar la representación parlamentaria con la sumisión política. Serán recompensados por suscribir un “nuevo” modelo económico insostenible, por el cual se ha sacrificado la democracia, la salud de los niños, y la educación de las generaciones por venir. Un legado de partido apapachado y arcas vacías. — Ciudad de México.
Académica, politóloga
*Publicado en portal https://www.yucatan.com.mx/
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