Países caribeños apenas han contribuido al problema de la crisis climática y, aun así, “tienen que pagar las consecuencias”
Bakú, (EFE).- El director del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, Manuel Otero , entre otros expertos, defendió este miércoles en la cumbre del clima de Bakú (COP29) una “estrategia regional clara y diferenciada” para adaptar los cultivos a las condiciones climáticas en países del Caribe, y pidió más financiación.
Lo hizo en un encuentro celebrado en la capital azerí, donde hasta el 22 de noviembre tiene lugar la COP29, en que cerca de 200 países negocian cómo financiar la costosa transición que exige frenar el calentamiento global, un fenómeno que, recordaron, en estados insulares puede acabar de la noche a la mañana con el PIB generado en dos años.
Otero lamentó que los países caribeños apenas han contribuido al problema de la crisis climática y, aun así, “tienen que pagar las consecuencias”, y mencionó los destrozos generados por el huracán Beryl, que en junio y julio arrasó con la región y ocasionó pérdidas económicas valoradas en 2.000 millones de dólares.
Allí, estas economías se ven abocadas a “ciclos perpetuos de reconstrucción y de deuda externa”, aseveró, y reivindicó por eso una “estrategia regional clara y diferenciada” que tenga en cuenta las condiciones climáticas cambiantes en los países insulares en desarrollo y pueda preparar sus modelos agrícolas para resistir mejor los impactos del calentamiento.
El presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, Álvaro Lario, recalcó por su parte propuestas como la Iniciativa de Bridgetown, liderada por la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, que buscan reformar la arquitectura financiera internacional para acabar con estas limitaciones en el acceso al financiamiento y a las inversiones en países insulares en desarrollo, los más vulnerables al clima.
El Ministro de Agricultura de Belize, Jose Mai, destacó en el mismo encuentro la estrategia de producción resiliente que ha puesto en marcha su gobierno, que incluye la diversificación de los cultivos, el uso de variedades de semillas más resistentes, y “otras prácticas que ayudan a los agricultores a adaptarse a los cambios en la meteorología”.
Prácticas que, a su vez, ayudan al país a absorber emisiones de carbono, añadió Mai, por lo que comportan una solución de mitigación.
Explicó, por ejemplo, que en su país hay dos cultivos de maíz, uno en junio y otro en noviembre: “Los agricultores han aprendido que cuando plantamos en junio el riesgo es más alto porque es en el momento álgido de la temporada de huracanes”.
Por ello, dijo, hay que “plantar en noviembre; el ciclo dura más tarde», porque hay «menos horas de luz y se acaba tardando más, pero los agricultores han aprendido a dominar eso”.
También señaló entre las buenas prácticas el uso eficiente del agua, algo que ha sido crucial, y pidió asimismo “financiación accesible y flexible” para poder seguir desplegando este tipo de políticas para ganar resiliencia y seguridad alimentaria en el estado insular.
“Es importante aplicar un enfoque amplio pero a la vez muy dirigido”, aseguró en el acto Colin Young, director de Centro de Cambio Climático de la Comunidad del Caribe, entidad que asesora y coordina directrices sobre la crisis climática a los 15 países de la Caricom: Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, Jamaica, Granada, Guayana, Haití, Monserrat, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Surinam, Trinidad y Tobago.
Young resaltó que hay que “construir resiliencia” de una manera “integrada y holística”, y subrayó el papel de las soluciones basadas en la naturaleza en la región, como la agroforestería.
“Una tormenta puede acabar con toda una cosecha”, y eso tiene efectos significativos en las exportaciones de un país, dijo, por lo que es importante adaptar el sector. EFE
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