No recuerdo que lo sucedido en la arena política de nuestro vecino del norte haya ocurrido antes. Es cierto que muchas elecciones anteriores terminaron con diferencias muy pequeñas. Un ejemplo de ello son los números de la mítica elección entre John F. Kennedy y Richard M. Nixon.
Los resultados reflejan la cerrada contienda: para el demócrata, 34 millones 220 mil 984 votos; para el republicano, 34 millones 108 mil 157. Los porcentajes de votación fueron 49.72% contra 49.55 por ciento.
Sin embargo, hoy un candidato, un expresidente y un delincuente, alcanza de nuevo la Presidencia del país más poderoso del mundo. Un jurado popular declaró culpable de 34 delitos a Donald Trump, lo que lo convierte en el primer presidente o expresidente de Estados Unidos en ser condenado en un juicio penal.
Lo primero que viene a la mente es la falta de memoria del electorado. Trump tiene un perfil muy particular: poco globalizado, poco comprometido con el calentamiento global, lejano a la OTAN y enemigo de la migración, incluso la legal. Cercano a personajes racistas. Bob Woodward, destacado periodista del Washington Post, escribió en 2018 el libro titulado Fear (Miedo). En esta obra de 450 páginas, el ganador del premio Pulitzer de 1973 describe escenas de terror real en el modo de gobernar la nación más poderosa del mundo, al grado de ocultarle documentos al presidente para apostar al olvido de acciones armadas contra otras naciones.
Pero la realidad es terca, y este hombre volverá a ser el dueño del botón nuclear. ¿Cómo nos irá con él? Esa es una pregunta que nos hacemos de nuevo.
La agenda bilateral tiene muchos temas en común. Lo cierto es que tres asuntos ocuparán la atención del futuro presidente en su relación con México: el trasiego de droga hacia Estados Unidos, la migración y el comercio entre ambas naciones, que hoy enfrenta la pronta revisión del T-MEC.
En el pasado reciente, Trump logró entenderse con el expresidente de México; agua y aceite en la lógica política, pero polos que se atraen en la práctica. Ahora regresará con un discurso más agresivo, más exigente, más demandante. ¿Será que nunca segundas partes fueron buenas? Tendremos tiempo de comprobarlo.
Por lo pronto, el llamado Súper Martes tuvo su edición también en México. Los integrantes de la SCJN deliberaron en el pleno sobre el proyecto del ministro González Alcántara Carrancá. El bloque de opiniones se había dividido entre ocho ministros a favor y tres ministras en contra. Al final, el ministro Pérez Dayán votó en contra del proyecto, abriendo definitivamente la puerta a la polémica reforma del poder judicial.
Un Súper Martes que nos trae realidades: para algunos, muy gratas; para otros, todo lo contrario. Valdría la pena recordar a aquellos que prometieron cumplir la ley con todas sus capacidades, pero no lo hicieron.
A algunos de estos personajes habría que referirse como adictos. Sí, el término puede resultar confuso, pero habría que rescatar la raíz de la palabra: dictus/dictum, voz latina que significa “dicho/palabra”.
El prefijo a- indica negación o falta de lo que expresa la palabra a la que se une. Trump llegará a la Casa Blanca siendo un delincuente (legalmente hablando). ¿Será que olvidó lo jurado en su primer mandato?
“Juro solemnemente que desempeñaré fielmente el cargo de presidente de los Estados Unidos y que, en la medida de mis posibilidades, preservaré, protegeré y defenderé la Constitución de los Estados Unidos. [Así que Dios me ayude]”. Artículo II, Sección 1 de la Constitución de los Estados Unidos. ¿Será entonces que se convirtió en un hombre sin palabra… un adicto, pues?
PD: Saludos, ministro Perez Dayán.
* Periodista con más de 35 años de carrera. Conocido por conducir espacios informativos en Radio y Televisión. Es presidente fundador de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión A.C. Premio México de Periodismo Ricardo Flores Magón 2022.
*Publicado en portal https://www.ejecentral.com.mx/
Más historias
Entre Bancos, Empresarios, Políticos, .. y otros temas
Entre Los Surcos…
Dinero…