Por Sonia Domínguez Ramírez *
Una reforma electoral tiene que ser resultado de un amplio consenso político, que mejore el sistema electoral y cuente con un buen diagnóstico, porque si es para excluir y volver al sistema hermético y no incluyente, romper la equidad o concentrar el poder “no vale la pena, porque podríamos volver a la época donde el problema eran las elecciones”, sostuvo Lorenzo Córdova Vianello, consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE).
Al participar en la mesa Agenda Electoral: Revocación de Mandato y ¿posible reforma?, organizada por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), consideró que una reforma electoral no es ni necesaria, ni pertinente. “Podemos ir a las elecciones del 2024 con el sistema electoral que tenemos”.
Asimismo, destacó que una modificación al sistema electoral tiene tal relevancia que debe estar bien pensada, sustentarse en datos y hacerse con “la suma de muchas cabezas, no con la suma de muchos hígados”.
El consejero presidente hizo notar la buena funcionalidad del actual sistema electoral al asegurar que si este no funcionara, no habría sido posible organizar 322 elecciones en los últimos ocho años y que no fueran problemáticas.
Asimismo, planteó que “¿si no hay una reforma electoral la democracia mexicana está en riesgo en 2024?, la respuesta es clara y contundente: No” y afirmó que lo único que sucederá “es algo a lo que ya nos tiene acostumbrados el INE, que las elecciones del 2024 serán mejores que las del 2021, porque la capacidad de mejorar de la autoridad electoral se va perfeccionando”.
El consejero presidente hizo notar que todas las reformas al sistema electoral realizadas desde 1996 en adelante se han llevado a cabo y puesto a prueba en una elección intermedia, no en una presidencial.
Córdova Vianello dijo que si se decidiera hacer una reforma electoral, sería necesario cumplir con tres características a fin de evitar que se generen problemas.
La primera de las condiciones es que las modificaciones sean resultado de un amplio consenso político, porque si hay alguien que se siente excluido, que ve las nuevas reglas como una imposición “se abre la puerta a que sea un problema después”.
La segunda condición, indicó, que sea para mejorar el sistema, porque si de lo que se trata es que la Secretaría de Gobernación vuelva a controlar los comicios o si es para excluir y volver el sistema hermético y no incluyente, si es para romper las condiciones de equidad o para concentrar el poder, no vale la pena.
En tercer lugar, señaló que los cambios deben partir de diagnósticos adecuados, “que parta de cifras y no humores. Si la base de la reforma es que me cae gordo el INE y traigo atravesado al INE y al IFE desde hace no sé cuánto, pues entonces va a salir mal. Una reforma tiene que estar sustentada en muchos datos”.
Por otra parte, el expresidente del Instituto Federal Electoral (IFE), Luis Carlos Ugalde Ramírez, advirtió que “el cuidado y defensa del INE es un asunto de última batalla, es un asunto límite, de la mayor importancia, por lo que modificar su naturaleza es cruzar una línea roja de la cual puede ya no haber retorno”.
Al señalar que lo que está en el fondo son dos visiones: una idea liberal y representativa de una democracia de contrapesos; y otra que hoy quiere involucionar bajo la premisa de que la democracia es un instrumento para modificar la realidad.
Ugalde Ramírez externó su preocupación de que de no aprobarse la reforma enviada por el Ejecutivo, podría generar que se alimente la narrativa del presidente en contra del instituto y en marzo cuando se elijan los cuatro consejeros electorales, Morena busque candidatos afines a su visión ideológica.
*Publicada en portal https://www.yoinfluyo.com/
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