Los miles de millones de dólares en estímulos COVID significaron el renacer de comunidades como Tehuitzingo
Por Bloomberg / Maya Averbuch
Los vendedores de pizza y cerveza estaban haciendo su negocio en una feria en Tehuitzingo, un municipio de 12 mil 700 habitantes en el centro de México. Grupos de niños saltaban en un castillo hinchable, mientras que los adolescentes se subían a un juego mecánico en forma de dragón. Los vaqueros rezaban y pedían protección mientras se preparaban para entrar a un concurso de monta de toros con un premio de mil dólares, la mayor parte cortesía de migrantes en Nevada.
“Desde Las Vegas, tenemos verde puro”, gritó el locutor del carnaval
El festival generó un grado de júbilo que no se veía por estos lares desde antes de la pandemia. La fiesta de 2021 fue cancelada, pero la de febrero de este año se sintió como un renacimiento, financiada en gran parte por un aumento en las remesas de las y los mexicanos que trabajan en EU.
Las transferencias de dinero de mexicanos que viven en el extranjero aumentaron 27 por ciento en 2021, alcanzando así la cifra récord de 51 mil 600 millones de dólares. Y si bien las remesas están aumentando en todo el mundo, lo hacen más rápido en América Latina y México recibe más que cualquier otro lugar de la región, según datos del Banco Mundial.
El efectivo ha pasado a ser un ‘salvavidas’ porque el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador entregó relativamente poca ayuda para la pandemia durante la peor contracción económica en casi un siglo. El crecimiento sigue siendo anémico; el pronóstico promedio de los economistas encuestados por Bloomberg es de un avance de 2 por ciento en 2022, menos de la mitad del aumento posterior a la recesión del año pasado.
A la economía de EU le fue mucho mejor, gracias a los billones de dólares en estímulos por COVID. Un trabajador mexicano en EU ganaba cinco veces el salario promedio en México en 2021, según el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (Cemla), y el salario total de los migrantes aumentó 10 por ciento, a 282.8 mil millones de dólares.
El ‘pueblo de las remesas’
En Tehuitzingo, a unas dos horas en auto al sur de la capital de Puebla, el dinero que ingresó el año pasado promedió 2 mil 600 dólares por persona, más de lo que recibiría un mexicano que gana el salario mínimo en un año.
“Solo una de cada mil personas de aquí no recibe”, contó Carlos Pérez López, de 36 años, promotor de artes y terapeuta que trabaja en la oficina del gobierno local de Tehuitzingo. Tres cuartas partes de los residentes viven en la pobreza.
Las remesas ayudaron a compensar la pérdida de empleos o los costos médicos inesperados. También financiaron inversiones a más largo plazo: se están construyendo nuevas casas, otras se están ampliando y los agricultores tienen dinero para comprar más animales y semillas.
El efectivo también ha atraído nuevos negocios: Banco Azteca abrió recientemente una sucursal en la zona y se está construyendo un centro comercial de cuatro pisos. “Finalmente hay algo de dinero circulando”, dice Alfredo Rosas Flores, quien trabajó en una tienda de delicatessen en EU durante una década antes de convertirse en presidente municipal.
Como oportunidades de avance son pocas, muchos de los nacidos aquí se van al extranjero. Los principales motores económicos de la región son la agricultura y la ganadería, que van en descenso. Tehuitzingo recibe lluvias significativas solo tres meses al año, y el cambio climático ha hecho que esa pequeña cantidad sea menos confiable. Gran parte del campo estaba completamente seco durante una visita reciente. La ciudad principal aún se está reconstruyendo de los efectos de un devastador terremoto de 2017.
“Muchos de estos jóvenes que tratamos de formar se van cuando terminan la escuela secundaria”, explicó Luis Hoyos Hernández, maestro e historiador en Tehuitzingo.
Éxodo ‘ochentero’
El éxodo comenzó en serio en la década de los ochenta, con los residentes del área atraídos al norte de la frontera por la esperanza de trabajos mejor pagados en construcción, jardinería y restaurantes. Connecticut, Nueva Jersey y Nueva York se convirtieron en destinos populares junto con Maryland y Nevada, y los recién llegados recibieron el apoyo de quienes habían estado allí por más tiempo. Los flujos de remesas a Tehuitzingo se han duplicado desde 2013.
Una buena parte del dinero en los últimos dos años provino de los estímulos por COVID de EU. La mayor parte de la ayuda estaba reservada para ciudadanos o residentes autorizados, pero los niños nacidos en EU eran elegibles incluso si sus padres no tenían documentación.
“Conozco muchachos con cuatro o cinco hijos que recibieron más de 10 mil dólares depositados en sus tarjetas”, indicó Francisco Martínez, de 46 años, dueño de una panadería en Newburgh. Regresó a la ciudad para la feria, pagó miles de boletos para las atracciones y ayudó a instalar el sistema de sonido que sonaba con música ranchera.
El Coneval estima que, en todo el país, 2.5 millones de mexicanos más habrían caído en la pobreza en 2020 si no fuera por las remesas, junto con los programas gubernamentales dirigidos a grupos vulnerables como las personas de la tercera edad.
“Las remesas a menudo llegan a poblaciones que tienen los medios mínimos de subsistencia”, apuntó Guillermina Rodríguez, analista de la unidad mexicana de Citigroup. “Permitieron que las personas de estas comunidades mantuvieran su nivel normal de consumo”.
David, un nativo de Tehuitzingo de 35 años que trabaja como cocinero en un restaurante italiano en Nueva York y como limpiador en un hospital, tiene la intención de regresar algún día. Por ahora, envía dinero a casa dos veces al mes para pagar los peones que cuidan la cosecha de cacahuate de su familia y el servicio de internet para que sus tres hijos adolescentes puedan tomar clases en línea.
También está pagando la construcción de un santuario fuera de la casa familiar para San Judas Tadeo, el santo de las causas desesperadas. “No teníamos nada. Solían decir que ni siquiera teníamos un lugar para morir”, dice David, quien pidió ser identificado con un seudónimo porque es indocumentado. “Gracias a Dios vine aquí”.
El número de trabajadores mexicanos, tanto autorizados como no autorizados, empleados en EU ascendió a 7 millones en diciembre de 2021, superando los niveles previos a la pandemia. Los migrantes que ya vivían en los EU terminaron quedándose más tiempo en lugar de regresar a casa, y un aumento en las detenciones en la frontera desde el año pasado sugiere que la inmigración ha aumentado recientemente. Se espera que la mayor presencia, junto con un mercado laboral ajustado que está aumentando los salarios en muchas ocupaciones, conduzca a otro año récord de remesas.
Arturo García Sánchez se presentó en una iglesia local en Tehuitzingo para decirle a la persona que supervisaba su restauración que su madre pagaría la factura de la pintura. Acababa de abordar un avión de regreso a Nueva York, por lo que no podía decírselo ella misma.
“No hay cupones de alimentos”, contó el hombre de 35 años, quien pasó la mayor parte de su vida en Estados Unidos antes de ser deportado en 2018. “Dependemos de las remesas del extranjero. Es triste, pero afortunadamente hay personas que, por la bondad de su corazón, siguen pensando en nosotros. Solo gracias a ellos es posible que Tehuitzingo crezca”.
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