Desesperante situación
Por César Villalobos López
Desde hace tiempo, con motivo de la terminación del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, se siente un total abandono del gobierno federal hacia las actividades del sector primario, dando la impresión de un posicionamiento de indiferencia, bajo aquella conseja popular de que “El que venga detrás, que arree”.
Resulta curioso, y hasta impresionante, observar el cómo, aquellos críticos de Andrés Manuel López Obrador, a lo largo de la campaña de proselitismo, le criticaron y hasta satanizaron sus propuestas, ahora son férreos defensores de todo aquello que, en el pasado muy reciente atacaron.
El motivo principal, muy sencillo, se acostumbraron a vivir de la nómina del erario y a toda costa buscan continuar en ella, olvidándose las convicciones que pregonaron en defensa de postulados de sus partidos de origen, especialmente el Revolucionario Institucional y Acción Nacional, pero que en realidad no sentían, estaban por interés económico, como pretenden continuar.
Algunos de estos individuos soslayan que el triste papel desempeñado en los organismos del sector oficial donde cobraron, más que por eficiente, por recomendaciones, y poco fue lo que hicieron a favor del desarrollo productivo de la región, prefiriendo buscar brillo en esferas sociales y políticas.
La situación de abandono en que se encuentra el campo bajacaliforniano requiere de una sacudida de funcionarios de todos los niveles, por ser la única forma en la que se puedan combatir la arraigada corrupción en el manejo de los recursos de programas de la llamada concurrencia y, de los cuales, los responsables de su operación han hecho un manejo secreto, donde en ocasiones, ellos o compinches se convierten en proveedores, pero no solo eso, lo más graves es que no cumplen con los productos ofrecidos.
Los responsables de ventanilla únicas autorizadas por ASERCA en empresa habilitadoras y en centros de acopio, en muchas ocasiones han abusado, escamoteando los beneficios que deberían de llegar a los productores, ocasionando con ello quebrantos económicos.
Sabemos de las dificultades que implica un cambio definitivo y la resistencia a él, pero la revisión de la correcta aplicación de reglas de operación, cumplimiento de títulos de concesión y la aplicación oportuna de los beneficios establecidos, sancionando a los responsables de violentarlas, podría ser un buen inicio, para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
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