
Miedo en la prensa
Por Erwin Macario Rodríguez › tabloiderevista.com
El homicidio del predicador religioso, maestro universitario y periodista Alejandro Gallegos —que la mayoría de informaciones califica de una ejecución— ha servido para colocar a la prensa en la balanza de la justicia.
Instituciones como la ONU han exigido se investigue ese crimen que se considera una amenaza contra el periodismo, pidiendo se vinculen las investigaciones al ejercicio periodístico de Gallegos León, director de La Voz del Pueblo.
Resultaría, así, Alejandro Gallegos León una víctima inesperada de la violencia criminal que ensangrienta a Tabasco por la disputa territorial del narco y el grupo político que pretende derrocar al gobernador Javier May Rodríguez.
Inesperada, porque la condición de predicador religioso, del periodista sepultado ayer, le hizo, durante los últimos años, practicar un periodismo que puede calificarse de blanco, al no hacer denuncias públicas contra algún gobierno o contra quienes parece ser una de las líneas de investigación del crimen: el narcotráfico.
La inquietud, el temor de la prensa mexicana —no sólo de Tabasco— ante un pasado de agresiones oficiales en su contra desde el más alto púlpito de la división y el encono, la Presidencia de la República, hizo que la muerte del periodista tabasqueño fuera aprovechada para elevar la protesta gremial, un intento de poner un escudo contra cualquier otra agresión contra quienes ejercen la libertad de expresión, ya en los medios, ya en la defensoría sociales.
Como bien lo ha expresado otro periodista ligado a lao religioso, Alfredo Calderón: ’¿Quiénes fueron los asesinos o los motivos por qué cometieron semejante crimen? Eso es algo que le corresponder esclarecer a las autoridades judiciales, meternos en ese tema sin tener idea o conciencia plena de los antecedentes, es caer en supuestos que sirven para ’aborrecibles, execrables e insufribles terrenos ajenos a la verdad’. Frente a una desconocida verdad, la única realidad: sólo Alejandro y quienes le arrebataron la vida conocen.
Lo innegable es que observar ese ataúd con Alejandro dentro lo único que permite visualizar, es una familia lacerada por la fatalidad y la sinrazón’.
La Fiscalía de Tabasco dijo trabajar tres líneas de investigación. Su labor particular de licenciado en derecho, su trabajo como abogado de una escuela y secta religiosa exhibida en medios y su labor, mínima e inocua como periodista.
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