Las estadounidenses están buscando ayuda para abortar en el país vecino, señal de las políticas cambiantes en las dos naciones respecto al procedimiento
Por Zolan Kanno-Youngs y Edyra Espriella
Primera de dos partes
El mensaje de texto que Cynthia Menchaca recibió este verano era del tipo que veía cada vez más y más: una mujer que vivía en Texas decía que había dejado una relación violenta solo para descubrir que estaba embarazada y que quería desesperadamente un aborto. La mujer se había enterado de que Menchaca podía enviarle pastillas abortivas desde México, donde el procedimiento ha sido despenalizado en varios estados.
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No obstante, la creciente demanda estadounidense de servicios de aborto no se limita a la entrega de medicamentos, según defensoras como Menchaca, que vive en el estado de Coahuila, en el noreste de México.
Clínicas en Tijuana y Ciudad de México, así como activistas en la ciudad de Hermosillo, al noroeste, dicen haber visto a mujeres cruzar la frontera desde Texas, Luisiana y Arizona en busca de acceso al aborto.
“Antes, las mujeres de Sonora acudían a Estados Unidos para acceder a abortos en las clínicas”, dijo Andrea Sánchez, una activista por el derecho al aborto, refiriéndose al estado mexicano que limita con Arizona. “Ahora las mujeres de Estados Unidos vienen a México”.
Más de un año después de que la Corte Suprema de Estados Unidos anuló Roe contra Wade, los activistas mexicanos por el derecho al aborto han visto un aumento de mujeres estadounidenses que cruzan la frontera para solicitar abortos, un movimiento que es señal de las políticas cambiantes de dos naciones que alguna vez mantuvieron posiciones muy diferentes sobre el procedimiento.
El aborto estuvo penalizado en México y gran parte de América Latina durante décadas con pocas excepciones, mientras que en Estados Unidos, el fallo Roe contra Wade de 1973 estableció un derecho constitucional al aborto.
Hoy, la Corte Suprema de México ha despenalizado el aborto en todo el país, haciéndolo legalmente accesible en instituciones federales y eliminando las sanciones federales para el procedimiento. Doce de los 32 estados del país también han despenalizado el aborto, y las activistas dicen que hay un ímpetu renovado para presionar a los funcionarios locales en los estados restantes.
En comparación, más de 20 estados estadounidenses actualmente prohíben o restringen el procedimiento después de las 18 semanas de embarazo o antes, y 14 estados prohíben completamente el procedimiento en casi todas las circunstancias.
Las activistas mexicanas, anticipando que la Corte Suprema podría revocar a Roe cuando aún estaba sopesando el caso, comenzaron a organizarse y establecieron un sistema clandestino, enviando miles de pastillas al norte y ayudando a las mujeres a viajar hacia el sur a través de la frontera. Dicen que las restricciones que por tanto tiempo existieron en América Latina las prepararon para manejar la actual afluencia de demanda.
“Obviamente, nosotras hace años ni pensábamos en un trabajo con Estados Unidos”, dijo Verónica Cruz, quien hace 20 años ayudó a fundar la organización por los derechos reproductivos Las Libres.
Añadió: “Pero frente a la emergencia, a las restricciones y teniendo nosotras un modelo, los recursos, como son las pastillas, y con nuestro territorio que va avanzando, pues era eso: había que construir esa solidaridad internacional”.
Inicialmente, Cruz planeó ayudar a transportar a mujeres de Estados Unidos a México, pero descubrió que era una carga económica muy grande tanto para su organización como para quienes buscaban abortos. En cambio, se ha concentrado en enviar mifepristona y misoprostol, el régimen de dos medicamentos para interrumpir un embarazo, al otro lado de la frontera para las mujeres estadounidenses, particularmente a aquellas que viven en estados que prohíben el procedimiento o prohíben a los proveedores rcetar las píldoras.
En estudios estadounidenses, la combinación de estas píldoras provoca un aborto completo en más del 99 por ciento de las pacientes, y es tan segura como el procedimiento de aborto tradicional administrado por un médico en una clínica. Cada vez más evidencia procedente del extranjero sugiere que las píldoras abortivas son seguras, incluso entre mujeres que no tienen un médico que las aconseje.
Desde la revocación de Roe, Cruz dijo que ha ayudado a aproximadamente 20.000 mujeres en 23 estados a obtener las píldoras abortivas. Dijo que continuará ayudando a estas mujeres, incluso cuando ciertos estados tomen medidas para penalizar a quienes colaboren con los abortos.
Cruz dijo que creía que el régimen de dos medicamentos ha mejorado el acceso al aborto tanto en México como en Estados Unidos y, como resultado, ha proporcionado un medio para combatir la mortalidad materna.
Las activistas involucradas en el envío de las píldoras a Estados Unidos se negaron a especificar sus métodos de envío y entrega, aunque la mayoría dijo que está coordinando con activistas al otro lado de la frontera. Una organizadora en México, que solicitó el anonimato por temor a represalias, dijo que oculta el medicamento en accesorios electrónicos, ropa, peluches de animales o suplementos dietéticos cuando lo envía a estados que lo restringen.
Continuará segunda y última parte
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