Semanario El Pionero

Expresión de Mexicali y su Valle

La pesadilla de una migrante en la frontera entre Guatemala y México

Se convirtió en madre a los 17 años, pero el padre de su hijo Juan Luis los abandonó mientras ella todavía estaba embarazada. Crió a su hijo con el apoyo de su madre, quien también fue abandonada por su pareja. Ambas mujeres han trabajado como limpiadoras domésticas y ganan alrededor de 50 quetzales al día

Por Cindy Espinaes *

El 21 de julio de 2021, fiscales del Ministerio Público de Guatemala y agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) caminaron a lo largo de las cristalinas corrientes del río Azul.

Su destino era el pueblo de San Marcos Huista, en el extremo noroccidental del departamento de Huehuetenango, junto a la frontera mexicana. No querían caminar, pero el único puente que permitía el acceso en automóvil a ese pueblo se había derrumbado.

Los investigadores pertenecían a la Fiscalía Contra el Tráfico Ilícito de Migrantes. Sin embargo, su objetivo era una red de trata de personas supuestamente dirigida por Francisco Román Ramírez, alias «La Ardilla».

Después de atravesar el frío, desolado y montañoso terreno durante una caminata de 45 minutos, las autoridades llegaron a San Marcos Huista. Aunque estaba cubierto por una densa niebla, esa mañana los habitantes del pueblo pudieron ver cómo una línea de policías se acercaba a la casa de Ramírez.

La mayoría sabía quién era. Ramírez había operado en la región durante más de dos décadas como un coyote, es decir, alguien que guía a los migrantes hacia Estados Unidos. Llamaron a su puerta, pero no hubo respuesta. Llamaron nuevamente y tampoco hubo respuesta.

Resulta que Ramírez estaba fuera de la ciudad.

Sin embargo, sí encontraron y arrestaron a un presunto cómplice: Luisa Odilia Ramírez, su asistente.

La víctima

La operación que llevó a la policía y a los fiscales a las tierras altas de Huehuetenango esa mañana de julio fue impulsada por el deseo de una mujer de huir de Guatemala. La víctima era una mujer indígena Popti’ de 21 años que, por razones de seguridad y legales, vamos a identificar como Valeria.

Se convirtió en madre a los 17 años, pero el padre de su hijo Juan Luis los abandonó mientras ella todavía estaba embarazada. Crió a su hijo con el apoyo de su madre, quien también fue abandonada por su pareja. Ambas mujeres han trabajado como limpiadoras domésticas y ganan alrededor de 50 quetzales al día (unos $6 USD).

Su ciudad natal de San Marcos Huista se encuentra a 414 kilómetros de la Ciudad de Guatemala, en los valles que marcan el comienzo de la Sierra Madre en las tierras altas del noroccidente de Guatemala. Esta región, conocida como «Las Huistas», comprende los pueblos y municipios que conforman el camino y la carretera que conduce a la frontera con México.

Estas áreas están plagadas de intensos enfrentamientos debido a disputas territoriales entre grupos de narcotraficantes. El Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), uno de los grupos delictivos más poderosos de México, está involucrado en conflictos con los «tumbadores», o locales que roban envíos de drogas en la región. Según los lugareños, los «tumbadores» son en su mayoría agentes de policía, aunque no hay pruebas que respalden esta teoría, pero casos anteriores a lo largo de los años han apuntado a los agentes de la policía.

Según las redes sociales vinculadas al CJNG, el grupo armado ha establecido «orden» en la zona, pero la prevalencia de ataques armados y tiroteos ha aterrorizado a la población local. La constante amenaza de violencia entre traficantes de drogas ha restringido severamente las actividades comerciales, algunas de estas implican cruzar la frontera.

Sin educación, un trabajo decente y abandonada por el padre de su hijo, Valeria anhelaba ir a Estados Unidos a trabajar. Hay muchas personas dispuestas a “ayudar” y especialistas en tráfico de personas migrantes como Ramírez buscan agresivamente clientes en Huehuetenango, un epicentro histórico de la migración en Guatemala. Visitan pequeñas aldeas como la de Valeria para ofrecer sus servicios.

Sin embargo, a principios de 2021, Ramírez se puso en contacto directamente con ella a través de Facebook. Valeria confiaba en él. Durante su testimonio a los fiscales, ella les dijo que conocía a La Ardilla desde su infancia. En su conversación por Facebook, él se ofreció a llevarla a ella y a su hijo de cuatro años a Estados Unidos por tan solo 28.000 quetzales (alrededor de $3.500 USD), que es una cifra muy baja al cobro promedio que hacen los coyotes en Guatemala. Además, Valeria no tendría que pagar nada por adelantado. La única condición impuesta fue que no le podía decir nada a su familia sobre sus planes de migrar hacia Estados Unidos. 

La oferta de Ramírez fue inusual. En Guatemala, los coyotes suelen cobrar un promedio de 110.000 quetzales (unos $14.000 USD) para guiar a un adulto y un menor a Estados Unidos, según informes de migrantes e investigaciones realizadas por el Ministerio Público.

Aun así, la oferta era demasiado buena para rechazarla. Ella aceptó.

Un coyote llamado ‘La Ardilla’

Valeria siempre había conocido a Ramírez por su apodo, La Ardilla. Había adquirido el sobrenombre en su pueblo natal debido a su baja estatura. En aquel entonces, todos lo conocían como un coyote, pero no había nada que indicara que estuviera involucrado en la trata de personas.

Los lugareños decían que Ramírez fue por primera vez a Estados Unidos a finales de los años 80, cuando tenía alrededor de 18 años. Poco tiempo después, dijeron que su casa, una gran construcción de concreto a lo largo de la carretera que conducía a San Marcos Huista, destacaba por su tamaño y arquitectura, mostraba que el transporte de migrantes se había convertido en un buen negocio. 

Los viajes lo hicieron familiarizarse profundamente con las rutas irregulares a tomar, cómo evitar ser capturado y los peligros relacionados al camino. Con el tiempo, convirtió esto en un gran negocio. Al principio actuaba simplemente como guía. Pero a medida que las carreteras y las fronteras se hicieron más difíciles de transitar, el negocio de Ramírez evolucionó. Para mediados de los años 90 se había convertido en un coyote. Ya no dirigía personalmente los viajes, pero contaba con una red que proporcionaba guías, alimentos, alojamiento y transporte para cruzar México y llegar a Estados Unidos.

Ramírez compró tierras en Huehuetenango y México, además construyó grandes casas en la entrada de San Marcos Huista. Es difícil establecer cuántos terrenos posee Ramírez, pero los rumores giran alrededor de varios inmuebles en Huehuetenango, así como viviendas en San Cristóbal de las Casas, justo dentro de México. También tiene propiedades en Tijuana, a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México.

*Publicado en /https://es.insightcrime.org/

Continuará segunda y última parte

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