Washington, (EFE).- Su trabajo permite llevar alimento a millones de mesas en EE.UU., pero, pese a ser considerados indispensables, muchos trabajadores agrícolas, en su mayoría inmigrantes, salen sin guantes a faenar, y en muchas ocasiones sin disponer de agua limpia o jabón.
“Aquí no tenemos seguro, no tenemos algo que nos cubra. Si nos llegáramos a enfermar, pues no tenemos cómo y tampoco tenemos cómo pagar hospital si uno se llega a enfermar”, dice a Efe, con tono de preocupación, Elvira Calderón, que a diario recoge mandarinas en California.
Elvira, nacida en Oaxaca (México), es parte del batallón de inmigrantes, algunos indocumentados, otros contratados bajo visados temporales, que cultiva los vastos campos estadounidenses para satisfacer el apetito de una población de más de 320 millones de habitantes, la tercera más grande en el mundo.
SIN GUANTES NI MASCARILLAS
Después de 12 años como trabajadora agrícola, Elvira se ha acostumbrado a jornadas de entre seis y ocho horas en las que el ingreso es variable (entre 47 y 53 dólares por caja), ya que depende de las condiciones del clima, de la producción de los sembrados e incluso del precio que establezca el patrón.
Este trabajo se ha vuelto más indispensable que nunca en tiempos en los que hay que reponer con rapidez millones de estantes de los supermercados ante la compra desatada por la crisis del coronavirus, pero los jornaleros se sienten desprotegidos.
“Sigue uno trabajando, sigue uno expuesto a eso”, explica por teléfono Elvira, que teme que sus cuatro hijos, todos ellos nacidos en EE.UU. y con edades comprendidas entre los 4 y los 12 años, se enfermen o sufran necesidad.
Al igual que ella son centenares los labriegos que no han recibido guantes o mascarillas, ni tampoco recomendaciones para protegerse de la pandemia.
“Donde nosotros andamos trabajando en la cuadrilla no nos han dado nada -lamenta-. Nada más lo que nos llegaron a dar es la pura hoja donde, si nos llega a parar el policía, se la enseñemos, que dice que somos indispensables para trabajar, para producir, pero pues nada más”.
Esa “hoja” es una carta que les entregan sus empleadores para que las autoridades autoricen su desplazamiento por lugares donde esté restringida la movilidad por el coronavirus.
SI UNO SE ENFERMA, NO HAY INGRESOS
En el día a día, a Elvira no le sobra tiempo para pensar, ya que la rapidez de sus manos y pies se traducirá en un buen pago.
Su mayor inquietud es que si se enferma “no hay ingreso en la casa”: “Nosotros hemos llegado a ir a trabajar con gripa, con calentura, porque uno es el sustento de la casa, de los hijos”, rememora.
En medio de la pandemia, lo único que pide es que se tomen en cuenta a los trabajadores como ella. “Lo que más quisiera uno es que todo el tiempo lo tomaran en cuenta como es uno de trabajador, no es que uno les venga a robar el trabajo, como dicen los que son nacidos aquí, sino que uno viene por su familia, por luchar por su familia y (por) necesidad más que nada”.
AYUDA A LOS DESPROTEGIDOS
La de Elvira no es una historia excepcional, y por ello la United Farm Workers Foundation (Fundación de Trabajadores Agrícolas Unidos) ha convertido su página de Facebook en una herramienta para orientar a este colectivo.
Su coordinadora, Nancy Oropeza, confirma a Efe que actualmente la principal preocupación de estos trabajadores “es que están expuestos a correr el riesgo de ser infectados o de alguna manera contraer el virus”.
El rostro de Oropeza es conocido por los trabajadores, muchos de los cuales se conectan a las transmisiones en vivo que organiza su fundación para aclarar sus dudas. “Agua limpia, jabón disponible en los baños, baños limpios”, les recomienda la coordinadora.
El secretario-tesorero del sindicato United Farm Workers (UFW, en inglés), Armando Elenes, confirma el panorama poco alentador para los empleados del sector.
“Más del 60 % de los trabajadores en la agricultura no tiene papeles, primeramente, son indocumentados; y la gran mayoría tampoco tiene seguro médico para ellos o para sus familias”, detalla Elenes.
La situación tampoco es mejor para los que tienen acceso a un seguro médico porque “tienen que pagar muchísimo dinero para tenerlo”, lo que hace que muy pocos pueda permitírselo.
Los trabajadores del campo sufren de igual forma el robo de sus sueldos, que no se les reconozca el tiempo de espera o que deban adquirir sus propias herramientas e incluso equipos de protección.
VISADOS TEMPORALES SIN GARANTÍAS
Incluso si se dispone de un visado temporal agrícola para permanecer en EE.UU., conocido como H-2A, no es garantía de que los derechos del trabajador serán protegidos.
“Los empleadores, por ley federal, deben de proveer el alojamiento, deben de proveer el transporte, deben de proveer la comida y pagar un cierto sueldo”, enumera Elenes, que menciona el caso de un jornalero en Florida, al que lo amenazaron con devolverlo a México si no hacía rápido su trabajo.
Es el sueldo en EE.UU., que Elenes calcula puede llegar a ser diez veces o más de lo que gana diariamente un trabajador en México, lo hace que estas personas aguanten “muchísimo abuso”: “Muchas veces viven en hoteles, donde meten a ocho, seis… por cuarto; viven en casas, donde meten 15, 20 por casa”, relata sobre unas prácticas que hacen imposible la distancia social para evitar el coronavirus.
“Estos trabajadores -indica- están en contacto en la mañana, cuando van en los camiones (…); en el trabajo, cuando están piscando (recogiendo), porque están trabajando de lado a lado, y en la noche cuando llegan a casa también”.
Esos visados están considerados esenciales y les permiten incluso cruzar desde México pese a la restricción al tránsito binacional debido a COVID-19, pero pueden suponer numerosos contra frente a los pro.
Así lo subraya la directora de Comunicaciones de la ONG Centro de los Derechos del Migrante, Evy Peña, para quien la crisis del coronavirus puede poner al descubierto las “fallas sistémicas” de los visados de trabajo temporal en EE.UU.
“Estamos hablando que realmente esta crisis de salud de alguna manera está resaltando las fallas sistémicas de los programas de trabajo temporal. Siempre los trabajadores van a estar en una posición vulnerable”, indica a Efe Peña, quien destaca que uno de los reportes que más oyen es que las condiciones de vivienda son inadecuadas.
Laura Barros
Desgraciadamente en México sucede lo mismo, particularmente en los campos de la zona costa en Ensenada, Maneadero, Vicente Guerrero, San Quintin, Ojos negros, Valle de la Trinidad y otras zonas de Baja California como en el Valle de Mexicali en donde algunos ranchos no les ofrecen la proteccion adecuada para no contagiarse del COVID 19. Sabemos que son actividades sustantivas porque son alimentos pero primero esta la salud de los jornaleros y su integridad fisica.