Entre Los Surcos…

Peligra el trigo

Alrededor de 20 mil o más hectáreas con siembras de trigo podrían  afectarse en sus rendimientos por retrasos de entre 5 y 12 o más días en los riegos, en una de las etapas de desarrollo más crítica de la planta.

Una de las excusas más socorridas en los módulos de riego con ese problema es justificarse que no reciben el volumen de agua programado en base a la superficie y a los cultivos establecidos.

Pero el problema se presenta año con año y los directivos o los técnicos operadores que manejan el agua, o no gestionan o no exigen la entrega del volumen programado.

Los productores se quejan de que el agua no les es entregada oportunamente y por ello la planta sufre estrés, afectando su rendimiento.

Por apatía de los usuarios, o por resistencia de los directivos, los pedidos de agua se hacen en forma verbal, en lugar de entregar una boleta señalando el día en el que pretende iniciar el riego, para tener un comprobante del pedido, pudiendo comprobar así la eficiencia del canalero.   

¿Que se ganaría con ese comprobante?

Hay que recordar que los módulos de riego son asociaciones civiles creadas para administrar el agua, conservar y mejorar la infraestructura, por tanto se les pueden fincar responsabilidades en caso de comprobar que la merma en el volumen de sus cosechas fue ocasionada por la inoportuna entrega del agua.

Este tipo de prácticas sería un arma de doble filo, porque el usuarios del agua estaría obligado a recibir la cabeza de agua el día señalado en su solicitud o pedido agua.

El problema principal es que los productores agrícolas en su gran mayoría, son alérgicos a la organización, están impuestos a ser representados, no importa por quien porque no quieren responsabilidades.

Cuando alguna entidad gubernamental les apoya con algún proyecto y más si lleva inversión, la aceptan sin ningún pero, pero como generalmente no les costó, no todos las cuidan y el mejor ejemplo de ellos son los 18 o más centros de acopio creados por los gobiernos de Baja California para calmar a las cabezas de manifestantes.