“Nadar o ahogarse o, lo que es lo mismo; eliminar la desesperanza”
Por Orfalinda Hinojosa Elizalde
Un perturbador experimento en laboratorio para conocer la respuesta al estrés se hizo con ratas por el biólogo, psicobiólogo y genetista Curt Richter, lo que dio como resultado la publicación de un artículo en la revista Psychosomatic Medicine en 1957.
Para llegar a lo anterior, Ritcher hizo diferentes pruebas con ratas nacidas en laboratorio y ratas salvajes, que consistía en sumergirlas en cubos con agua para saber en cuánto tiempo dejaban de nadar para salvarse. Con el fin de recabar resultados contundentes, hizo variaciones al experimento, uno de ellos, consistió en rescatar a una rata minutos antes de morir solo para volver a depositarla y esperar que perdiera la vida. La conclusión de ello fue que el animalito aumentaba el periodo de lucha para salvarse, es decir, por un momento eliminó la desesperanza lo que le permitió luchar, pero al final murió.
Este ejemplo aplicado a la vida cotidiana, remite al famoso dicho “la esperanza muere al último”, también encaja en el sector agropecuario. Sin comparar, de ninguna manera a los roedores con quienes deciden producir alimentos, sino solo por el hecho de utilizar el ejemplo del experimento de laboratorio, en donde la parte medular es nadar o luchar para no morir o salir adelante y eliminar la desesperanza o ser optimistas cada día, ese es el propósito de esta analogía.
Quienes deciden, ya sea por tradición, convencimiento familiar, vocación o amor al campo, luchan todos los días con sus noches en pensar cómo van a lidiar con los embates del clima, el precio de los insumos, la cotización del peso frente al dólar, el costo de los insumos, las decisiones que se toman en los escritorios instalados en oficinas a miles de kilómetros de los ranchos en donde los ganaderos y agricultores se preguntan día a día si podrán cosechar sus cultivos o vender su ganado.
A diferencia de los ratones que nadan por horas solo para perder la vida al final, los productores deben tener claro a dónde van, es decir, tener siempre un proyecto bajo el brazo listo para entregar al próximo que ocupe la representación de una dependencia de Gobierno, una proyección de inversión para saber cuánto recurso económico se destinará para la producción y cuánto tendrá de ganancia, así como informarse constantemente de las decisiones que se toman en otros países y que recae en su actividad, además de alzar la voz y participar cuando lo que se decide en lo local, atropella y destaza sus intereses.
Nadar en un cubo con agua hasta derribarlo, o morder la mano de quien salva momentáneamente la vida del roedor para saltar y lograr vivir, equivale a que los agricultores y ganaderos tomen previsiones, se informen, consulten y, sobre todo, participen en voz alta en asambleas y no permitan que intereses particulares sobrepasen el bien de una actividad, esa sería la eliminación de la desesperanza.
Conservar el optimismo por poco que sea, da una bocanada de alivio cada sexenio, ya sea a nivel federal, o estatal, cuando se da el relevo en la República o en algún estado, pero, cuando mayor aumenta la idea de que las cosas por fin van a cambiar, o el comúnmente aclamado “a ver a quién ponen”, es cuando se abriga la idea positiva de que a quien designen, por fin haga algo por el sector agropecuario, que lo voltee a ver y le ponga atención para escucharlo.
En voz de los mismos productores agropecuarios del Estado, este sexenio que terminó con Andrés Manuel López Obrador, constantemente conflictuado con muchos sectores de la sociedad, fue muy malo para el campo, y a partir de que la ahora presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo ocupa la silla más importante en el país, se renueva la idea de que las cosas irán mejor, es decir, se mata la desesperanza.
Durante la toma de protesta de la presidenta de México, habló de 100 compromisos, en donde mencionó la “República rural justa y soberana” y la “República con derecho al agua”.
En ambos rubros enlista un total de 9 acciones que involucran al sector agropecuario de México, sin embargo, es en la segunda sección, se incluye a Baja California con temas de agua, asunto que ha cobrado relevancia desde inicio de este 2024 al divulgarse la firma del Acta 330 por CILA México y Estados Unidos, en donde se anuncian más recortes de agua para el sector agropecuario y se habla también del Acta 323, anterior a la signada este año.
Entre lo anunciado por la titular del Ejecutivo Federal en este rubro, hizo referencia a iniciar un programa para ordenar las concesiones y transmisión de derechos de agua, tecnificar más de 200 mil hectáreas de riego, iniciando con trece distritos prioritarios en donde se incluye a Baja California, y garantizar el acceso al agua con proyectos particulares en donde también se involucrará a la entidad.
Hay muchas dudas sobre esto. ¿Qué programas serán en específico?, ¿quiénes harán esas obras? ¿a cuántos productores se beneficiarán de manera real?, ¿cuáles serán las reglas de operación?, ¿qué tiempo tomará? y, sobre todo, ¿se corre peligro de que anulen las concesiones de agua que no se utilicen en el Valle de Mexicali? Con este panorama no queda de otra que nadar o ahogarse o lo que es lo mismo, eliminar la desesperanza.
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