Madrid, (EFE).- Las olas de calor registradas en 2022 y 2023 en el Mediterráneo occidental, con veranos que alcanzaron anomalías de temperatura de +3,6 y +2,9 grados respectivamente, llegaron a superar las variaciones climáticas naturales de los últimos 1.000 años.
Los datos se desprenden de una investigación que ha sido liderada por científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) de España, y los resultados del trabajo se han publicado en la revista Nature npj Climate and Atmospheric Sciences.
El estudio, realizado en colaboración con investigadores de la Universidad de Zaragoza (España), el Instituto de Geociencias (IGEO-CSIC) y las universidades Johannes Gutemberg (Alemania) y de Cambridge (Reino Unido), revela que el cambio climático está intensificando estos fenómenos extremos y adelantando su aparición, ya que las predicciones apuntaban a que no iban a ocurrir hasta finales del siglo XXI.
Para llegar a estas conclusiones, el equipo de investigación ha combinado los datos obtenidos a partir de reconstrucciones históricas basadas en la dendrocronología, que analiza los anillos de crecimiento de los árboles, y que en este estudio les ha permitido llegar hasta 1119, los datos de temperatura y precipitaciones de los que se tienen registros (desde el año 1890), y la información que arrojan las proyecciones futuras basadas en diferentes modelos predictivos.
“Estas olas de calor, que hasta ahora se consideraban extremadamente raras porque se producían con una cadencia de unos 10.000 años, podrían ocurrir con una frecuencia de entre 4 y 75 años en las condiciones actuales que está provocando el cambio climático antropogénico, dependiendo de los escenarios futuros de emisiones de gases de efecto invernadero”, ha alertado el investigador del MNCN Ernesto Tejedor.
Uno de los factores clave que impulsaron las olas de calor de ambos años fue el rápido aumento de las temperaturas del océano Atlántico y también del mar Mediterráneo, donde las temperaturas subieron el doble de rápido que la media global, agravando las olas de calor y las sequías en la región.
De hecho, las condiciones climáticas de esos dos veranos, en los que hubo menor nubosidad proveniente de las Azores, favorecieron la llegada de aire caliente del Sáhara a Europa y marcaron récords en el número de horas de máxima radiación solar, la reducción del hielo de los glaciares del Pirineo y los Alpes y la disminución del caudal de los ríos debido a la sequía extrema que provocó la escasez de lluvias del invierno y la primavera.
“En el caso concreto de España, la anomalía de las temperaturas nos permite marcar 2022 como el año con los registros de temperaturas más elevadas desde 1890”, ha apuntado Tejedor.
“Más allá de lo llamativo de las cifras, el impacto de las condiciones provocadas por las olas de calor prolongadas y las sequías han afectado gravemente a los ecosistemas, servicios hídricos y la biodiversidad, así como a sectores clave de la economía, como el turismo y la agricultura”, ha puntualizado el investigador Gerardo Benito, del MNCN. EFE
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