Centenaria locomotora entusiasma a mexicanos
Por José Antonio Aspiros Villagómez
El reciente recorrido por parte del territorio nacional, de una locomotora de vapor construida en 1930, que partió de Canadá y cruzó Estados Unidos, causó sensación entre cientos de habitantes de muchas localidades desde Tamaulipas hasta la Ciudad de México. Por desgracia, a su paso por el estado de Hidalgo hubo una víctima fatal, dada la imprudencia de una mujer al querer tomarse una “selfie” muy cerca de las vías.
Las notas periodísticas refieren que la noticia de este viaje de exhibición removió recuerdos, no tanto de quienes incluso se desplazaron para ver por primera vez un tren semejante, sino de lo que les platicaron sus padres y abuelos acerca de la época en que ese medio de transporte era parte del paisaje. Este tecleador vivió durante su infancia y juventud cerca de la estación Tacubaya del ferrocarril Buenavista-Cuernavaca, y en años recientes, de la estación Mixcoac donde ahora hay un restaurante y una sucursal bancaria.
Y después, en los años 70 tuvimos la oportunidad de disfrutar los viajes nocturnos en pulman del Distrito Federal a Guadalajara y Veracruz, con su carro-comedor, otro fumador, y sus dormitorios individuales ingeniosamente dispuestos. Nuestros compañeros de viaje, Rodolfo Velasco Moguel y Luis Villanueva Uriarte, eran colegas de la revista Automundo con quienes íbamos a cubrir competencias de velocidad.
Y compartimos los gustos de ellos, ya que nos aventajaban en experiencia como pasajeros de ferrocarril. El primero disfrutaba de las milanesas que servían para cenar en el carro comedor rumbo a la perla tapatía, y al segundo le emocionaba el paso por el puente sobre el río Metlac en territorio veracruzano, que corre por una barranca más de cien metros abajo. Hace apenas ocho meses, por decreto presidencial toda esa zona fue declarada de monumentos históricos
Ahora esperamos que la vida nos alcance para ver operando el muchas veces prometido ferrocarril de pasajeros México-Querétaro (fuertes intereses particulares lo han retrasado), y entre tanto ya planeamos conocer este año el Tren Maya.
Mientras eso llega, recordamos el libro El tren pasa primero, de Elena Poniatowska (497 páginas, Editorial Alfaguara, 2005), que narra de forma novelada una etapa importante del movimiento sindical de los ferrocarrileros mexicanos.
Aborda el activismo gremial del dirigente Demetrio Vallejo, quien fue encarcelado junto con 12 mil trabajadores del riel a consecuencia de la huelga que estallaron el 11 de marzo de 1956 durante la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines. Organizó otros dos paros en 1958 y una huelga más el año siguiente, ya durante el gobierno de Adolfo López Mateos, y entonces fue detenido nuevamente; estuvo preso hasta 1969.
Uno de sus compañeros de lucha fue Valentín Campa, a quien en 1976 postuló a la Presidencia de la República el Partido Comunista Mexicano y según sus estimaciones obtuvo más de un millón de votos.
Con el estilo casi periodístico que es recurrente en Poniatowska, la novela describe cómo ese líder ferrocarrilero que ahí se llama Trinidad Pineda Chiñas, no tenía más intereses que la defensa de sus compañeros, y en ese afán descuidó a su esposa y su numerosa prole, lo mismo que a otras parejas que tuvo.
Una voz narradora y numerosos diálogos entre los personajes caracterizan este texto que a medio camino corta el relato cronológico para pasar a los orígenes del personaje central, que no habían sido abordados. Vallejo (1910-1985) era oaxaqueño de raza zapoteca como la rama paterna de este tecleador.
Un dato para reflexionar, lo proporciona esta novela cuando menciona que en México el ferrocarril no tuvo ni remotamente la importancia que se le ha dado siempre en Europa (también en Asia), debido a que a Estados Unidos le interesaba promover aquí su industria automotriz.
Tal vez por ello fueron construidas en México tantas carreteras y autopistas, mientras que las vías férreas escasamente se incrementaron durante los gobiernos posteriores al porfirismo. Por una ironía de la Historia, con Porfirio Díaz los ferrocarriles crecieron exponencialmente en México, pero a la vez sirvieron para transportar a los revolucionarios (y sus soldaderas) que lo derrocaron, lo mismo que después, durante el carrancismo.
Hay nuevos planes que habrá de retomar el próximo gobierno federal para que regresen a México los ferrocarriles de pasajeros que canceló el gobierno de Ernesto Zedillo (1994-2000), pero a los amantes de las “selfies” habrá que recordarles -como nos lo dijo la escritora vecina de Chimalistac- que El tren pasa primero.
Post data. – El actual dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, Víctor Flores, gestionó dentro del edificio del Congreso del Trabajo la cesión de una amplia oficina para el Club Primera Plana, una veterana asociación de periodistas donde militamos, y a la que el gobierno actual le negó la prórroga del comodato del inmueble que ocupaba desde la época de Miguel de la Madrid.
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