Por Carmen Morán Breña/ Periódico global El País
La mejor política de ayuda a los pobres es impedir que se mueran, para empezar. Se necesita un sistema público de salud que les atienda a tiempo y con eficacia, pero eso en México es todavía una quimera. Más de 50 millones de mexicanos declararon el año pasado no tener acceso a servicios de salud, lo que representa un incremento del 151% respecto a 2018. Algo no se está haciendo bien o no se está haciendo en absoluto. Pero cada uno cuenta la feria como le va y seguramente la multinacional de supermercados Walmart ve la botella medio llena y con posibilidades de colmarla. Ya ha estrenado su primer centro de servicios médicos en la Ciudad de México, que viene a sumarse con mayor oferta a los 500 consultorios médicos que posee al lado de sus farmacias. Donde lo público no funciona, lo privado llena la bolsa.
Millones de personas sin recursos se ven abocadas a cuidar sus padecimientos en esos anexos de dudosa calidad que las farmacias ponen a disposición de los ciudadanos para que les compren muchas medicinas al salir de la consulta. El sistema es perverso. No solo los enfermos reciben una atención de baja calidad, también los médicos que atienden esas consultas son víctimas de pírricos salarios y unas condiciones que atentan contra su libertad profesional. Eso cuando se trata de médicos, que no siempre es el caso, a veces son enfermeros quienes de forma fraudulenta se cuelgan el estetoscopio. Si uno va buscando un antibiótico para una encía inflamada sale de esa salita llena de humedades con la prescripción de cuatro remedios, además del antibiótico, para mimar la muela. Exceso de medicación.
Si México no se pone las pilas de forma urgente, y este sexenio ya toca a su fin, las grandes empresas virarán el timón hacia los servicios sanitarios, da igual que antes se dedicarán a vender plátanos y sopas Maruchan o pantalones y macetas. El hueco que deja el sector público es el más goloso de todos, porque la enfermedad y la muerte siempre van a estar ahí, menudo negocio. Quién sabe si un día en estos centros acaben recetando una coca-cola, porque estos refrescos azucarados, culpables en buena medida de la obesidad y la diabetes que campan en México, se venden también en las farmacias. Los hay de todos los colores. ¿Cómo va a resultar creíble el mensaje del Gobierno, por más que bienintencionado, contra la comida y bebida chatarra si puede encontrarse en las farmacias?
Pero no se puede culpar a Walmart de meter la cuchara en la medicina, puesto que está proporcionando servicios médicos a bajo coste para una ciudadanía que se atasca en los centros públicos entre citas, burocracia y largos tiempos de espera que te llevan a la tumba a poco que te descuides.
Este Gobierno no ha tenido suerte en el campo de la Salud. Cuando se había planteado dar una vuelta al sistema le cayó una pandemia que lo dejó tiritando y que obligó a desviar los pocos recursos y la atención para acabar con el coronavirus. Tampoco las políticas han sido las más afortunadas, según los expertos. La eliminación de Seguro Social con el que los pobres vadeaban el temporal no fue sustituida por un sistema eficaz, se les dejó caer sin poner debajo un colchón. Walmart no es la única empresa que se interna en los servicios médicos. No se les puede culpar.
En este sexenio se han hecho esfuerzos por dotar de especialistas a muchos hospitales que no cuentan con ellos, pero no es fácil, son aquellos centros que están en zonas remotas, es decir, en tierras conflictivas y violentas donde pocos se arriesgan a establecerse. Se les ha subido el sueldo, pero ni por esas se atreve uno a instalarse en un lugar donde no hay material suficiente y donde las pistolas se saltan el turno de citas cuando les da la gana. Se está tratando estos días de comprar hospitales para el sistema público. Parece que se hacen esfuerzos. Pero quizá ha sido un sexenio perdido para la salud y, en buena medida, para la educación públicas, dos de las políticas que son un marchamo de los Ejecutivos de izquierda. Es tiempo de preguntar a los nuevos candidatos y candidatas de todos los colores qué van a hacer para que las empresas privadas no se lleven todo el pastel bajo la cuestionable premisa de estar ayudando a los pobres. Salud.
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