Semanario El Pionero

Expresión de Mexicali y su Valle

Perfil de México…

¿México bronco o violento?

Por  Armando Ríos Ruiz 

› tabloiderevista.com

El siglo pasado, cuando el narcotráfico empezó a ser un gran problema, pero al mismo tiempo un jugoso negocio para el gobierno, que lo controlaba y obtenía jugosas ganancias a cambio de permitir su existencia, en esa perversa simbiosis en la que por cierto había respeto del delincuente a la autoridad, sobraba espacio todavía para perseguir a los malos.

Para hacerles pagar sus crímenes. Había regaños e Investigación. Pero también castigo.

La autoridad creó un sistema que le funcionó a la perfección. Tenía tratos con ciertos grupos que le allegaban parte de las enormes ganancias mal habidas, a los que permitía actuar a sus anchas e inclusive hasta les brindaba protección. No los tenía con los que perseguía, para justificar su trabajo.

Cumplía con su quehacer de investigación, de persecución y todo eso y efectivamente, llevaba a la cárcel a los delincuentes no comprometidos como proveedores.

Un guerrerense me platicó que vio a una partida de soldados en la sierra, que le pisaba los pies a otra partida de narcotraficantes. ¿Y los alcanzaron? Pregunté interesado. ’No los perseguían.

Los cuidaban. Los custodiaban para evitar que otros grupos enemigos les quitaran la mercancía’, me contestó.

También pregunté en una ocasión a un policía judicial federal, por qué todos querían ser jefes de la plaza de Miguel Alemán, Tamaulipas. Me contestó que cuando llegaba el policía encargado del lugar, inmediatamente se apersonaba en su oficina el jefe de la parte contraria o del grupo que operaba asuntos de droga en el lugar.

Se ponía a sus órdenes y le entregaba un portafolio repleto de ’billetes verdes’, al tiempo que le comunicaba que así sería cada viernes.

Dichas plazas, lo mismo que las delegaciones de la PGR en cada estado, tenían un precio en dólares, que iba de los 150 mil hasta un millón y medio. Los del sur y del sureste eran baratos y los del norte muy caros. Cuando Antonio Lozano Gracia fue procurador general de la República, el precio subió exactamente al doble. Los del sur costaban 300 mil y los del norte tres millones de dólares. Además, sobraban postores.

Los tiempos cambian y los métodos evolucionan. Es posible decir que no ha existido un gobierno que no haya sido partícipe de estos negocios ni cómplice de los malos. ’El Chapo’ Guzmán fue ’amigo’ de una cantidad inimaginable de políticos, desde los más encumbrados hasta los de menor jerarquía, a quienes ayudó ’a llegar’. Hasta que fue echado de la jugada por así convenir.

El asunto es que, hasta los días que hoy vivimos, el crimen está en todos los rincones de México, por más que las autoridades afirmen lo contrario.

No es posible decir que es mentira.

Todos los días somos testigos de los agarrones entre organizaciones con saldos de numerosos muertos que tapizan la geografía mexicana y el mismo subsuelo, pero con la diferencia de que se acabó la investigación. La persecución del delito y por el contrario, hay inclusive una tolerancia visible.

Basta con armarse para que quien quiere ser delincuente lo sea y prospere en la actividad.

Las aprehensiones son hoy cosa rara.

Existe un marcado respeto a los que hacen daño y hasta reconocimientos públicos que han alentado la aparición de grupos delictivos e inclusive, de personas que actúan por cuenta propia, sin que nadie los moleste. Salvo eventos que extrañamente han salido de este contexto.

Es el caso del tipejo de Cuautitlán, que llegó a la escuela de su hijo acompañado del vástago y de su esposa, para amenazar con una pistola a la maestra. Injuriarla y permitir que la señora la golpeara, por haber tenido la osadía de llamar la atención del infante.

Le dijo que era el azote de Cuautitlán con otra palabra impublicable. La obligó a dar disculpas al niño y amenazó con volver.

Luego fue al Ministerio Público a denunciar que la maestra golpeó a su descendiente. Tal vez conoce esa táctica. Yo sí, porque tuve que ver con los medios judiciales.

Adelantarse a la víctima y hacerse el ofendido. Ahora ya está sujeto a proceso, lo mismo que su esposa. ¿México bronco o violento?

[email protected]