Por Armando Ríos Ruiz
Dicen los psicólogos que el Presidente de México es una persona que entre otros males, padece el de la insensibilidad ante el dolor de sus semejantes. Si este diagnóstico lo aceptamos como cierto, entonces podemos colegir que el supuesto amor a los pobres no es más que un teatro concebido hace muchos años.
Es decir, eligió a este sector de la población como arma para llegar al poder.
Son los que más abundan y los que menos exigen por sobrevivir acosados por la ignorancia, en zonas inaccesibles y por ello, fácilmente engañados.
Inventó el slogan ’Primero los pobres’ para mantenerlos de su lado y lo ha logrado. Conjuntamente con las dádivas bimestrales que en esta clase lo hacen ver como el salvador o como un dios. He escuchado decirlo directamente de ancianos humildes que muestran un agradecimiento inmenso a este señor: ¡Qué hombre tan bueno! ¡Seguramente se irá derechito al cielo’! Así me lo han expresado y no existe forma de desengañarlos.
Pero esas dádivas no han logrado más que el agradecimiento descrito. En la realidad, durante los dos primeros años de gobierno aparecieron casi cuatro millones de pobres, más 2.1 millones en situación de pobreza extrema, que hoy militan bajo las banderas de la miseria. De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Otros datos dicen que México avanzó 23 posiciones en el índice de miseria 2022 y de la posición 91 pasó a la 114 (de 157) en la lista de los países más miserables del mundo, que mide factores económicos como la inflación, desempleo y crecimiento del PIB.
Dicho ranking fue elaborado por Steve H. Hanke, profesor de economía aplicada en The Johns Hopkins University en Baltimore, Estados Unidos. Conocido por su trabajo como reformador de las monedas focales en países de mercados emergentes y por muchos otros temas relacionados con la economía.
Una nota periodística de la semana pasada, asegura que ’en México hay 34 millones de personas con salario debajo del umbral de pobreza, y que no ha podido superarlo. Esto es, a una familia de cuatro integrantes no le alcanza para dos canastas básicas y le cuesta mucho trabajo sobrevivir.
Rogelio Hermosillo, coordinador de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, en entrevista con un diario de circulación nacional, manifestó que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), señala que existen siete millones de desocupados listos para trabajar. Desencantados y sin interés de emplearse. Los salarios son tan bajos, que no les alcanzaría ni para el transporte.
Entre los casi 60 millones ocupados, 34 millones trabajan con un salario insuficiente o lo que es lo mismo, con menos de ocho mil pesos, para superar el umbral de pobreza. Hermosillo afirma que el reporte del Observatorio de Trabajo Digno (OTD) revela que los nuevos datos de la actividad laboral, al primer trimestre de este año, muestran fallas estructurales.
En contraste con los deseos del Primer Mandatario, que ha recomendado la pobreza como el mejor medio, no de supervivencia, porque sonaría descabellado, pero seguramente para estar bien con Dios, Hermosillo dice que quien trabaja no debe ser pobre.
Pero que crezca el número de éstos no es buena noticia.
La realidad es que México ha cambiado para mal, sustancial y notoriamente en todos los rubros, desde que gobierna Morena. Todos tienen su importancia. Desde la economía hasta la seguridad. Sin dejar de lado la prohibición del suministro de medicinas, que ha enviado al panteón a miles y miles de mexicanos y que mantiene al borde de la muerte a los enfermos graves.
Sin dejar de lado la destrucción de instituciones que solucionaban problemas ingentes, sólo por el prurito de aniquilamiento porque estorban a sus planes dictatoriales o simplemente de sucesión. Incluidas las que advertían de las erogaciones del gobierno, porque de alguna forma tiene que blindarlas para que los mexicanos no sepamos cómo y en qué derrocha nuestro dinero.
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