Por Rosa Chávez Cárdenas
La conducta humana estará siempre condicionada a la percepción que se tenga sobre la satisfacción o no de las necesidades reales individuales, así como de la interpretación emocional que registre el cerebro.
La conducta humana estará siempre condicionada a la percepción que se tenga sobre la satisfacción o no de las necesidades reales individuales, así como de la interpretación emocional que registre el cerebro.
El sentido de pertenencia a la familia, la cultura, a nuestro género, es parte de los valores importantes del crecimiento. La mente es un flujo de experiencias subjetivas como dolor, placer, ira y amor y las experiencias mentales están constituidas por sensaciones, emociones y pensamientos que surgen como una ráfaga, van y vienen. La mente cambia constantemente y la conciencia es la realidad concreta que atestiguamos en cada momento. La conducta humana está condicionada a la satisfacción de las necesidades básicas (comer, dormir y sentido de pertenencia) así como de la interpretación emocional que haga el cerebro. Los patrones de conducta se aprenden por imitación. El niño observa el comportamiento de los demás y cuando está en una situación similar imita el comportamiento, los modelos se aprenden, son patrones que luego se actúan en automático, son más contundentes que las palabras. ¡No fumes, no bebas alcohol, no mientas! le ordena el padre al hijo y tal parece que le dice, repite como fumo, como miento. Por eso es más difícil reaprender que aprender. El sentido de pertenencia es la conciencia de formar parte de un grupo en el que adquirimos modelos de referencia que influyen directamente en la formación de nuestra personalidad, la pertenencia se crea cuando muchas personas comparten una red común de historias, por ejemplo, celebrar los cumpleaños con un pastel y las piñatas repletas de dulces, la navidad con una posada, el Día de Gracias con un pavo, en fin. Los parientes y vecinos repiten lo mismo que otras generaciones, así se confirma la red de sentido, de esa forma se comparten las creencias. Con el transcurso de las décadas y siglos, la red de sentido se desenreda y se tejen otras nuevas, ahora con las redes sociales, se están perdiendo las costumbres para imitar otras culturas. La historia nos cuenta lo que sucede en cada época, el problema es lo que les trasmiten a los niños en las clases de historia, los conflictos en los que el fin justifica los medios, la lucha de poder, unos contra otros: la revolución, la guerra cristera, la lucha por la independencia, las traiciones, la conquista. La guerra que sufren en Ucrania y que en estos tiempos de búsqueda de paz no tiene sentido. Poco o nada de los periodos de paz, bueno hasta el Himno nacional dice en una estrofa “mexicanos al grito de guerra” La historia y los símbolos como el escudo, la bandera, el folclore es lo que le da sentido de pertenencia a sentirnos mexicanos. El sentido de pertenencia se adquiere en la familia, la pareja que se compromete en una relación tiene sueños: tener hijos, comprarse una casa, un carro, y desea que sus hijos acudan a la universidad. En el opuesto, las familias disfuncionales, están desintegradas, los hijos no saben quién es su padre, la madre es la proveedora, sale a trabajar y se quedan solos. Los que emigran de poblaciones pequeñas en busca de trabajo pierden sus raíces, la familia y el pueblo que les da contención. Al no encontrar el sentido de pertenencia se reúnen con la pandilla, para pertenecer pintan bardas, ingieren drogas y hasta se vuelven narcomenudistas. Los pobres, esos que dice el presidente que están para apoyarlo en sus mítines, son un número, no son escuchados, necesitan sentido de pertenencia, “apegos” Los que piden en las calles, los que viven en las colonias marginadas, no cuidan sus pertenencias. En la psicología comunitaria nos damos cuenta de personas generosas, asociaciones civiles que les obsequian ropa, zapatos, pero, usan la ropa y luego la tiran a la basura, no tienen la costumbre de lavarla y volverla a utilizar como lo hacemos la mayoría. Los migrantes, van por el desierto, por tren, caminando en busca de la tierra prometida, del sueño americano, dejan su familia y pierden todo sentido de pertenencia. Con el deseo de aprender, tengo amigos hasta de 90 años que me han transmitido su experiencia de vida, de mi padre su mente empresarial y de mis abuelos tan sabios. Dice la sabiduría popular “el maestro aparece cuando el alumno está listo” Con la pena, los jóvenes de hoy pegados a los dispositivos son una generación carente de pertenencia. También se observa en el trabajo, en la rotación de personal, en la baja productividad. Pertenecer es una necesidad humana y de los animales, es necesario formar vínculos, estados mentales y emocionales que surgen al compartir las mismas experiencias, valores, metas, costumbres y creencias.
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