Tamaulipas es un estado con riquezas naturales y una posición geográfica importante que le coloca como una plataforma logística para exportaciones e importaciones.
Tiene 371 kilómetros de frontera con Texas, Estados Unidos, 18 puentes internacionales; 430 kilómetros de litoral con el Golfo de México y 4 puertos marítimos.
La importancia aduanera de la entidad es relevante, pues cruzan por aquí cerca del 50 por ciento de las mercancías de intercambio entre México y Estados Unidos.
La industria maquiladora, tiene una relevancia en particular en la franja fronteriza, en ciudades como Reynosa, Matamoros, Nuevo Laredo, Río Bravo, Valle Hermoso y Miguel Alemán. En tanto que, en la zona sur de la entidad, Tampico-Madero y Altamira tienen vocación industrial petrolera y petroquímica.
También son fuertes para la economía estatal, las empresas prestadoras de servicios como turismo, hoteles, restaurantes, talleres, educativos, de salud, entre otras.
Pero sin duda, la madre naturaleza dotó a Tamaulipas de bosques, lagunas, ríos, agostaderos, praderas y tierras propicias para el cultivo de granos, leguminosas, hortalizas, verduras y frutales. Estos deben ser mejor incentivados y aprovechados.
El denominado sector primario estatal contribuye de manera sustantiva a la producción de los alimentos para llevar a la mesa de los tamaulipecos y los mexicanos en general.
Para dar una idea del tamaño de este sector económico, existen un millón 574 mil 193 hectáreas abiertas al cultivo, de las cuales 546 mil 543 son de riego y un millón 027 mil 650, se cultivan bajo el régimen de temporal.
En la zona norte se encuentran cerca de un millón cien mil hectáreas y el resto en las regiones centro y sur de la entidad.
Se siembran dos ciclos agrícolas, otoño-invierno, en la región norte y el primavera -verano en las zonas centro y sur. Actualmente por limitaciones de agua, en el otoño invierno se cultivan poco menos de un millón de hectáreas, unas 700 mil de sorgo, 100 mil de maíz y el resto de otros cultivos como algodón, soya, okra, frijol, trigo, cártamo.
En el centro y sur, predomina el sorgo, luego el maíz, frijol, cártamo, caña de azúcar, cítricos, arroz, girasol, así como verduras y hortalizas.
En la ganadería, la mayor parte de las explotaciones pecuarias son bovinos de carne, bovinos de doble propósito (carne y leche), bovinos de leche, cerdo, cabras, bovinos, pollos, gallinas ponedoras.
A la ganadería se dedican cerca de 5 millones de hectáreas, de las cuales cerca de un millón 250 mil, son de ganadería intensiva, es decir a ranchos con pastizales o praderas; en tanto alrededor de 3 millones 750 mil hectáreas a ganadería extensiva o de agostadero.
En el caso de la ganadería bovina, la principal, los productores pecuarios tienen más de un millón de cabezas de ganado y producen importantes volúmenes para el mercado nacional e internacional en el mercado de la carne, además de exportar en promedio 200 mil becerros anuales.
Mientras que, en la fruticultura, la principal actividad es la citricultura, en la región centro la entidad, donde en los municipios de Llera, Victoria, Güémez, Padilla, Hidalgo, Mainero y Villagrán, se encuentran cerca de 50 mil hectáreas de naranja, limón, mandarina y toronja.
En materia forestal, aunque la superficie es muy amplia, los aprovechamientos se dan en 26 de los municipios, en donde existen unas 520 mil hectáreas de bosques naturales de pinos y árboles grandes; así como unas 805 mil hectáreas de montes y selvas bajas.
Igualmente, a lo largo de los 430 kilómetros de litoral con el Golfo de México, en la Laguna Madre, principal cuerpo de agua salada, así como en ríos, presas y estanques entre otros, la actividad pesquera aporta cerca de 40 mil toneladas anuales de diversas especies, entre las que destacan camarón, ostión, lisa, bagre, jaiba, trucha, mojarra y lebrancha.
Miles de familias tamaulipecas viven directamente de la economía del campo, sea en la agricultura, citricultura, ganadería, silvicultura o pesca.
En los últimos 12 años, los recursos federales y estatales de apoyo a la producción del sector primario se han ido reduciendo, por lo que su productividad y aportaciones a la soberanía alimentaria y la economía nacional, también han mermado.
La descapitalización es tan severa, que miles de hectáreas agrícolas y ganaderas se han dejado de trabajar.
Primero por la inseguridad y luego por la falta de créditos accesibles, programas para aseguramiento, mecanización, estímulos a la producción y precios de referencia o de garantía para la comercialización de cosechas.
El abandono del sector primario, está provocando su desmantelamiento paulatino, lo que agudizará la caída de la productividad y producción de alimentos, si no se revierten las políticas restrictivas en la inversión al campo y los estímulos a la producción.
La dependencia de las importaciones de alimentos de otras regiones del mundo, hacen más vulnerable al país, sobre todo los periodos bélicos como la guerra Rusia-Ucrania, este último uno de los principales graneros del mundo.
La escasez de los alimentos ha disparado en forma alarmante los precios, pegando en forma severa en el bolsillo de los mexicanos en general y tamaulipecos en particular.
Impostergable por tanto un cambio en la inversión en el sector primario para su reactivación y recuperación.
Esa cruda realidad, obliga a los gobiernos federal de Andrés Manuel López Obrador y al próximo gobierno de Américo Villarreal Anaya, a una nueva relación con el campo y sus organizaciones de productores.
Atender solo a la agricultura de subsistencia, es un error que debe rectificarse y ampliar los apoyos a la productividad, antes de que sea demasiado tarde.
Hay en las agrupaciones de productores tamaulipecos un poco de esperanza de que el gobierno de Américo Villarreal Guerra, pueda ser un interlocutor eficaz con el gobierno federal, ara que fluyan más recursos.
La sinergia de los dos gobiernos morenistas puede ser un elemento de ayuda, en particular si en el área de la Secretaría de Desarrollo Rural, se integra un equipo de funcionarios conocedores del campo tamaulipeco, sus fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas.
La cruda realidad es que el actual gobernador, Francisco García Cabeza de Vaca, nunca fue un gestor para el campo tamaulipeco y su secretario de Desarrollo Rural, Ariel Longoria García, se empantanó en los surcos de sus parcelas en Díaz Ordaz. Los únicos que florecieron fueron sus ranchos.
De ahí la urgencia de un supersecretario de Desarrollo Rural en Tamaulipas, que en lugar de andar de caporal del gobernador, se aplique el cien por ciento a la gestoría en las instancias federales, a fin de que fluyan más apoyos a las diversas ramas del sector primario.
Que sepa filtrarse en las oficinas del titular de la SADER Víctor Villalobos Arámbula, que haga equipo con sus subsecretarios y directores generales, que interactúe con el Diputado Federal tamaulipeco Erasmo González Robledo, presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública de la Cámara Baja del Congreso, donde se aprueban los presupuestos.
Alguien que se articule con el nuevo presidente de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas, el tamaulipeco Homero García de la Llata, para que juntos, puedan lograr mejores resultados en la gestión y búsqueda de recursos para el sector agropecuario.
Elementos capaces, probados y preparados los hay, pero debe haber conciencia de la crisis del campo por parte del gobernador electo y tener altura de miras para ubicarlos y nombrarlos.
La expectativa que despierta el nombre del Dr. Américo Villarreal Anaya en el campo tamaulipeco es muy alta, en recuerdo a lo que fue el gobierno de su padre, el Ingeniero Américo Villarreal Guerra, que, con el Ing. Francisco Lavín Ortiz en esa área, supo colocar al llamado sector primario en un primerísimo lugar.
Pronto se verá, si el equipo para rescatar el campo en la Cuarta Transformación en Tamaulipas es de primera, segunda, tercera o cuarta.
Y urge sea de primera, pues el agro estatal está al borde del infarto.
*Publicado en el portal https://laverdad.com.mx/
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