La Odisea
Argos es el perro que Ulises crio antes de iniciar su Odisea y alejarse de Ítaca.
Cuando Ulises partió, Argos, sufrió el abandono y vivió entre el estiércol de mulos y bueyes.
La Odisea dura varios años y, cuando Ulises regresa, disfrazado de mendigo para ver que ha sido de Penélope y su hijo Telémaco, Argos, viejo y ciego, lo reconoce con el olfato.
Al advertir que Ulises se aproxima, lo halaga con lo que le queda de cola, deja caer las orejas, pero ya no pudo salir a su encuentro para lamerlo porque, en ese instante, muere.
Sólo conservó su vida para esperar al amo. Argos es el símbolo de la lealtad.
Para este fin de semana, les recomendamos un poema y una canción, inspirados en La Odisea:
ÍTACA, de Konstantino Kavafis, y PENÉOLPE, de Joan Manuel Serrat.
PROCUSTO O DAMASTES
“La ley no servía y la cambie…- ¡¿Cambiaste la Constitución…?!” (De la película “La Ley de Herodes”).
Si el INE nos sanciona, no importa, los diputados lo van a desaparecer.
Si la Ley de Amparo, me impide seguir con el Tren Maya, no importa, decretó que es “de seguridad nacional y ya”.
Si las leyes o instituciones se me atraviesan, las derogo y desaparezco. ¿Quién manda aquí?
Procusto, era un gigante de fuerza descomunal. Tenía una posada en Ática, hasta donde atraía a los viajeros para robarles y hacerles sufrir suplicios atroces.
Una vez en la posada, los tendía sobre un lecho de hierro y, cuando dormían, los amarraba de las cuatro esquinas.
Si las víctimas eran altas, y excedían los límites del lecho, les cortaba piernas, brazos y cabeza para que cupieran.
Si, por el contrario, eran bajitos, a martillazos descoyuntaba piernas y brazos, y los estiraba hasta que dieran la longitud del lecho.
A DAMASTES, PROCUSTO o PROCUSTES, también se le conoce como EL ESTIRADOR.
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