Semanario El Pionero

Expresión de Mexicali y su Valle

El hábito no hace al Monge…

Por Antonio Magaña.

No debería de ser lo más importante, pero, lo que más se ha destacado de la visita del presidente López Obrador a Washington es, su lenguaje corporal.

Los medios, destacan la apariencia del presidente, sus gestos, su mirada perdida en el horizonte, la manera de arrellanarse en la silla de la oficina oval; el acomodo de sus piernas y pies, el abotonado de su saco, la corbata chueca…

Porque, de los acuerdos hay poco, o nada, sobresaliente.

Lo que, también se ha subrayado es, “la dicha inicua”, de perder el poco tiempo que duró en encuentro:

Apoltronado en su asiento, López Obrador pronunció un monólogo soporífero, con el cual pretendió darle clases al presidente de Estados Unidos sobre el New Deal y Roosevelt.

¡Qué paciencia la de Biden! quien, ante las cámaras, cabeceó y luchó con toda su alma para mantener los ojos abiertos y… por poquito y no lo logra.

Un ofrecimiento destacado del presidente mexicano, fue comprarle gasolina cara a Estados Unidos, para vendérsela barata a los estadounidenses que viven en la frontera.

López Obrador, no cumplió con el anunció de solicitar el indulto para el fundador de Wikileaks, Julián Assange y, prudentemente, guardó en el bolsillo, su amenaza de desmantelar la Estatua de la Libertad.

Amenaza que, seguramente habría hecho temblar a Biden de miedo.

Tampoco dio a conocer su plan para contener la inflación. Lo más relevante, es que le vamos a comprar fertilizantes y leche en polvo a los Estados Unidos.

Los temas de los migrantes, de las energías limpias, del gasoducto internacional y la seguridad fronteriza quedaron en el aire.

Las bravatas mañaneras, y todas las verdades que le iba a decir Don Pepe, terminaron en la lectura intrascendente, de tres hojas arrugadas, de una historia mal contada de Estados Unidos.

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