El beneficio de la duda
Por Francisco Ruiz*
Dicen que no hay fecha que no llegue ni fecha que no se cumpla, y así fue para Baja California. Muchos esperamos con ansia el 31 de octubre, y no precisamente para salir a pedir dulces, sino para que finalmente, quien nunca debió ser gobernador, afortunadamente dejara la titularidad del Ejecutivo estatal.
El loquito, como atinadamente lo calificara el empresario Jorge Hank Rhon, y lo digo porque un “loco” es definido como una persona “de poco juicio, disparatado e imprudente”. ¿De poco juicio? Es decir, nula facultad para distinguir lo verdadero de lo falso, sí. Disparatado, o sea, decir o hacer algo fuera de razón y regla, también. Imprudente, entendiéndose como una persona sin templanza, cautela, moderación ni sensatez, definitivamente sí. Y en diminutivo, loquito, así chiquito, como su tamaño político.
Por cierto, contrario al actuar del gobernador efímero, el hijo de El profesor sí asistió a la toma de protesta de Marina del Pilar, lo cual mostró su civilidad y madurez política. En cambio, el saliente por su ausencia. Ya lo dijo Napoleón: “La envidia es una declaración de inferioridad”.
La ceremonia cumplió. No fue fastuosa, pero tampoco austera. El color guinda y el nombre del presidente de México no podían faltar. Lástima por la desangelada dirección del presidente del Congreso, además, de una falla de protocolo y contra la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno nacionales, pues, de acuerdo con ésta: “La Bandera Nacional ocupará el lugar de honor”, es decir, el lugar más relevante del recinto, pero, en su defecto, colocaron el escudo estatal donde debía colocarse el lábaro patrio.
La oposición también tuvo un espacio en el acto. La segunda fuerza política del estado estuvo representada por su presidente estatal, por los diputados locales y el regidor en Tijuana, Juan Carlos Hank. Quienes desearon éxito a la gobernante y bienestar para los bajacalifornianos. Por su parte, Mario Osuna, flanqueado por sus legisladores, publicó: “el PAN será vigilante y oposición responsable y propositivos -y remató- continuaremos impulsando la agenda correctiva de los errores del pésimo gobierno de Jaime Bonilla……(sic)”.
La representación del PRI recayó en su único diputado local, Román Cota; mientras, su dirigente nacional, con la tentativa contra Quirino Ordaz, insiste en seguir fragmentando su partido. Que penitencia tan grande le han impuesto al tricolor con los desatinos de quien, por perder su estado natal, Campeche, decidió ignorar a su militancia en Baja California y resquebrajar a dicho instituto político.
Regresando al cambio de estafeta, las figuras nacionales también hicieron acto de presencia. La gobernadora mostró su músculo al contar con el dirigente nacional de su partido, la jefa de Gobierno de la CDMX e, incluso, Tatiana Clouthier como representante presidencial, por cierto, AMLO ni siquiera envió a un secretario de primer nivel.
La gobernadora Ávila dio múltiples mensajes, desde su vestimenta hasta su discurso. El blanco y los detalles multicolores de su atuendo dejaron en claro que, contrario a su antecesor, prevalecerá la tolerancia y el respeto a la diferencia de opiniones.
Su discurso cumplió con todos los cánones y con su mensaje de reconciliación de los bajacalifornianos, me recordó las palabras del también exgobernador Osuna Millán, quien al inicio de su gestión habló de la necesidad de conciliar y reconciliar. Ahora, habremos de darle el beneficio de la duda a la gobernadora y seguir celebrando, además de su llegada, la partida del gobernador fugaz.
Post scriptum: “El mundo es una escena; la vida una transición. Venimos, vemos y partimos”, Demócrito.
* El autor es doctorando en Derecho Electoral y asociado individual del Instituto Nacional de Administración Pública.
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