Regresa Iturbide a la palestra, en libro del historiador Luis Reed
(Primera de dos partes) *
José Antonio Aspiros Villagómez
Empeñado en rescatar y visibilizar a un personaje histórico desterrado de la historia oficial, Agustín de Iturbide, el historiador Luis Reed Torres escribió El libertador sin patria, un libro que, más que una biografía, es la recopilación de documentos del siglo XIX y principios del XX, presentada y comentada por él para testimoniar “cómo fue distorsionada” su figura y sobre todo su papel con el paso del tiempo.
La obra cobrará importancia conforme se acerque el segundo centenario de la Consumación de la Independencia (septiembre de 2021), porque la información que contiene se sustenta en numerosas fuentes históricas cuyos datos son apuntalados por el énfasis argumental con que el autor expresa su convicción sobre quién fue realmente el consumador.
Durante al menos un siglo y con más argumentos ideológicos y políticos, que académicos o científicos (hoy la Historia es una ciencia social), el debate sobre si la consumación fue obra de Vicente Guerrero o de Agustín de Iturbide -al parecer nadie acepta que fueran los dos- ha dividido a muchos mexicanos y la historia oficial ya tomó partido por el primero de ellos.
En El libertador sin patria (Publicaciones Doble EE, primera edición, 2017), Reed considera como una “guerra de castas” la lucha emprendida en 1810 (indios y mestizos contra criollos y peninsulares) y expone que Iturbide rechazó una invitación de Miguel Hidalgo para sumarse a la guerra de Independencia por no compartir esos métodos.
Y sostiene que, si cuando fue militar realista, Iturbide fusilaba a los presos, fue porque éstos asaltaban a los viajeros, vejaban a las mujeres y asesinaban inocentes en alianza con los bandidos. Y que, en la guerra, no fue menos inhumano que el propio Hidalgo.
Con el aval del Instituto de Investigaciones Históricas, Políticas, Económicas y Sociales (http://institutohistorico.org), una institución privada de la cual Reed es integrante, El libertador sin patria trata desde luego sobre hechos tan conocidos como el encuentro de Iturbide con Guerrero en Acatempan, la importancia del Plan de Iguala y quién fue el creador de la bandera mexicana.
En su trabajo, Reed reproduce una estrofa ya suprimida del Himno Nacional relativa a Iturbide (la generación de este tecleador la cantaba en la escuela primaria pública), explica con datos de aquellos tiempos de la independencia por qué México “no debía ser república”, y nos recuerda que, cuando Luis Echeverría fue presidente, por decreto suyo Guerrero fue reconocido como el libertador.
También, rechaza la dicotomía héroe-traidor que campea en toda la historia de México y, si bien expresa su “admiración y respeto” por Vicente Guerrero, aclara que “no fue inmaculado”. En su libro, reproduce proclamas donde Guerrero reconoce a Iturbide como el libertador y como su jefe, y lo llama “Vuestra Majestad Imperial” aun cuando después se sumó a la tendencia republicana.
Menciona los episodios en que Antonio López de Santa Anna demandó instaurar el sistema republicano y se levantaron en armas Nicolás Bravo y Vicente Guerrero, mientras que Iturbide cometió el “error” de no ponerse a la cabeza de sus tropas para combatirlos y dejó a estas en manos de uno de sus hombres de confianza, quien ingresó a la francmasonería y lo traicionó.
Cuando Iturbide abdicó al trono, Nicolás Bravo lo salvó de ser asesinado en Veracruz y, antes, había impedido que registraran su equipaje cuando estaba en camino al destierro. El ex emperador sí lo hubiera preferido -explica Reed-, para demostrar que no se llevaba los tesoros de la nación.
Luis Reed dedica más de cien páginas a reproducir fragmentos de “discursos y textos olvidados” del siglo XIX con reconocimientos a Iturbide, y siete más a consignar sus fuentes hemerográficas, documentales y gráficas consultadas durante años en archivos y bibliotecas de carácter público y privado. Y cita textos y expresiones favorables al personaje, de historiadores, pensadores y hasta poetas decimonónicos de tendencias tanto conservadoras como liberales, entre ellos Vicente Riva Palacio, nieto de Guerrero y el vate Amado Nervo.
*Continuará segunda y última parte
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