Semanario El Pionero

Expresión de Mexicali y su Valle

La verdadera Malinche, muy distinta a los mitos que existen

Patricia Arriaga produjo la serie para Canal Once

Norma L Vázquez Alanís

“Malinche no traicionó a nadie, fue expulsada por la violencia de su territorio y anduvo rodando por la vida con el deseo de volver a su casa, e hizo lo que le tocó hacer que era traducir para Hernán Cortés, porque era la única manera de lograr su libertad e irse a su lugar de origen con los suyos; eso no la hace traidora”.

Sin embargo, la cultura popular encasilló a Malinche como el símbolo de la traición, la que prefirió a los extranjeros sobre los nativos de estas tierras, como lo expuso la productora y escritora Patricia Arriaga Jordán, quien estudió ciencias de la comunicación en la Universidad Iberoamericana y fue invitada por el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carlos Slim para hablar sobre su experiencia de filmación de la serie “Malinche”, que produjo para el Canal Once de televisión.

Arriaga Jordán trató de presentar una imagen más real de este personaje, por eso en esta serie Malinche y Cortés no se enamoraron, “porque no existe registro alguno en la historiografía de que hubo un enamoramiento entre ellos, Malinche era la esclava y estaba acostumbrada a tener relaciones sexuales con sus señores; Cortés tenía no una, sino muchas mujeres y tenía hijos aquí y allá”, dijo. Este tema del enamoramiento es el que ha contribuido a crear este mito de la Malinche traidora cautivada por el extranjero, “entonces en la serie solamente iba a ser su señor porque era una esclava, como tenía otras”.

Además de las vicisitudes que enfrentó para el rodaje de “Malinche”, Arriaga Jordán relató que su presupuesto era muy limitado (120 mil dólares, contra seis millones de dólares de la BBC, o 700 mil dólares para las series sobre narcos) y entonces lo que procedía era dar autenticidad tanto a la ambientación como a los personajes. Para ello consultó con historiadores y etnoantropólogos, a fin de conocer quién era Malinche, dónde están y cuántas referencias de ella existen en la historiografía.

“Así podríamos contar la historia desde el punto de vista de una mujer indígena de hace 500 años, teníamos que montar en los actores esa manera de ser, de hablar y de vivir; además, la serie está hablada en popoluca, totonaca, náhuatl, maya peninsular, maya kaqchikel, además de español y latín”, precisó la realizadora en la charla titulada ‘Malintzin. Una experiencia de filmación’, dentro del ciclo ‘En torno a la Conquista’ que organizó el CEHM.

Realizadora de la exitosa serie “Juana Inés” también del Canal Once, Arriaga Jordán comentó que trataron de hacer la ficción histórica lo más apegada posible a la realidad, en este caso del siglo XVI, y aquí empezaron los problemas porque hubo que resolver detalles como las canoas, la negritud que llegó con la conquista y el vestuario, así como el tipo de arreglo y peinado para Malinche; muchas son las dudas que asaltan a un escritor cuando quiere producir.

“En las recreaciones audiovisuales hacemos que los huesos hablen, el historiador nos tiene que decir de quién eran los huesos, cómo eran, por qué estaban en determinado lugar, cómo eran los restos de ropa, a qué clase social pertenecían, si era hombre o mujer, pero los productores tenemos que hacer que corran, rían, sufran, vivan, tomen decisiones y se equivoquen sin saber cuál es su destino”, apuntó.

Malinche no podía saber cuál era su destino cuando se la entregaron a Cortés -explicó Arriaga-, lo único que ella quería era sobrevivir, iba de un señor a otro y le tocó en suerte ser regalada a un señor que era extraño y le parecía horrendo, porque debemos pensar en el impacto negativo que les debe haber causado ver los cuerpos de los españoles llenos de vello, su olor por los alimentos que consumían como la carne y las especias, y su piel tan blanca, que seguramente no era de su agrado, aunque hoy se haya convertido en el ideal de belleza tener piel blanca y ojos claros.

Agregó la conferencista que los personajes no pueden conocer su destino porque tienen que actuar como lo hacen fuera de la pantalla, a los personajes hay que escribirlos siempre pensando que no saben quiénes son ni qué les depara el azar; había que recrear a un Hernán Cortés que no sabía que no iba a poder ser enterrado en ningún lugar porque la historia lo satanizó. En el tiempo que transcurre la serie, Cortés era dueño y señor de estas tierras y tenía miedo de que vinieran otros españoles a quitarle lo que consideraba suyo, porque él había hecho esa conquista y pensaba que nadie podía quitárselo, dijo también Arriaga.

Para la selección de Malinche -agregó la conferencista- “tuvimos muy buenas actrices, aunque la mayoría prejuiciadas por la imagen de la traidora, pero en una escena cuando en una improvisación les digo: ‘a ver, estás lavando la ropa y va a llegar Cortés a interrumpirte’, las actrices hacían movimientos como si estuvieran lavando ropa en el lavabo de un departamento de la Condesa; era imposible enseñar a ser indígena a una chica urbana; ya bastante complicado era que aprendieran maya, náhuatl y popoluca”.

“Un amigo me enseñó la portada de una película guatemalteca, vi a la chica maya kaqchikel de un poblado de Guatemala de dos mil habitantes y con estudios de hasta sexto de primaria, y dije: ‘ella es Malinche’, la localizamos y llegó María Mercedes Coroy a hacer la prueba. Le digo: ‘estás lavando en un río…’ y lo hizo con fuerza contra la piedra, sacudió vigorosamente para tender, luego le dije: ‘siéntate a echar tortillas’ y lo hizo perfecto: esa era nuestra Malinche”.

“Y cuando la vi llegar al foro español donde estaba Cortés sentado esperándola, la cámara, todo el personal de la producción, con el pánico reflejado en el rostro, pensé: con ese pánico debió haber llegado Malinche a ver a los españoles, no feliz de irse y no estaba encantada con ellos, sino con ese sobresalto hacia lo desconocido, porque lo desconocido la arrancó de su pueblo”, concluyó la realizadora.