Por Francisco Torres *
MONTERREY, NUEVO LEÓN. – Uno de los principales factores relacionados con los problemas ambientales tiene que ver con el agua, principal recurso natural de la Tierra. Pero no únicamente la cantidad de este, sino su trato, su manejo y su marco jurídico, en aras de consolidarlo como un recurso sostenible.
El doctor en ingeniería con énfasis en las ciencias del agua e investigador de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), Benjamín Limón Rodríguez, ha enfocado su trabajo en proyectos que aporten nuevas herramientas de sustentabilidad, especialmente sobre el agua.
Pero para el doctor Benjamín Limón, el estudio del agua debe ir más allá de su composición, para trascender a su relación directa con el ser humano.
“En la actualidad estamos preocupados por el cambio climático, por la escasez de alimento y por otros problemas ambientales. Por eso es importante hablar del agua, pero principalmente del agua y su relación con el hombre”, asegura el doctor Benjamín Limón.
El agua como base de los
asentamientos humanos
La conexión existente entre los seres humanos y el recurso hídrico se remonta al inicio de los tiempos en la Tierra, donde las comunidades dejaron de ser nómadas y lograron asentarse en lugares donde el agua era abundante, algo que de igual manera servía como vía de comunicación con otras regiones.
“El agua tiene memoria. Si hacemos algo en contra del agua, tarde o temprano la naturaleza encuentra los cauces para cobrarlo. Recordemos que las primeras grandes civilizaciones nacieron entre los ríos Tigris y Éufrates”.
Recordó que la injerencia de los seres humanos, en muchas ocasiones por ambición, ha llevado a una utilización menos eficaz del recurso, ejemplificando el caso de la presa de Asuán, en Egipto, en la parte alta del río Nilo.
“El empuje que le dio el río Nilo a la civilización se debe a que en la parte baja, cercana al mar, se depositaban los sedimentos. Esto propició que hubiera muchas cosechas de trigo, no había pobreza. Sin embargo, en la época moderna, y por la ambición humana, hemos querido apropiarnos del agua, como se hizo con la presa de Asuán. Como se encuentra en la parte alta, se detuvo lo que antes llegaba en abundancia y la productividad se vino abajo”.
El escurrimiento ecológico es el líquido que logra llegar, aunque en menores cantidades, a la parte inferior de los ríos, tras el bloqueo natural o artificial que se coloca en los caudales.
Esto, para el también profesor emérito de la Universidad Autónoma de Nuevo León, es uno de los riesgos que se corren al construir presas, pues impiden la hidratación natural del territorio posterior a la construcción humana.
“Tenemos mucho que aprender de los castores y su construcción de pequeñas represas, pero manteniendo el equilibrio ecológico al no detener en su totalidad el flujo de agua. Y no solo a los animales, también tenemos que aprender de todos los errores que ha cometido la especie humana”.
Nuevo León cuenta con una presa-cortina en la parte alta del río Santa Catarina, llamada presa Rompepicos, construida en 2002. Tiene como finalidad evitar la inundación de las comunidades asentadas en las orillas del caudal, después del huracán Gilberto, que cobró la vida de cientos de personas en el estado en 2008.
Sin embargo, se ha criticado su falta de efectividad, pues dejó sin comunicación a 14 comunidades rurales de la Sierra Madre en el municipio de Santa Catarina. Además, su capacidad de contención mostró falencias en el huracán Alex, en 2010.
El reciclaje hídrico, una vía de sustentabilidad
“Pocas veces nos preguntamos qué pasa con el agua después de que la usamos. Sabemos que se va por un tubo, pero no a dónde va ni quién la recibe. En antaño, las aguas negras, las que llevaban hasta arsénico, metales pesados, se utilizaban para regar cosechas, algo que ahora está prohibido. Y es precisamente ahí donde entra la investigación: ¿cómo podemos mejorar los procesos de reciclaje?”.
Asimismo, resaltó la importancia de utilizar modelos como los que se utilizan en Canadá para el tratamiento de aguas, o el que la NASA ha desarrollado para que los astronautas en misión puedan tener agua para beber.
Nuevo León cuenta con la planta tratadora de agua más grande de América Latina, llamada Dulces Nombres, ubicada en la periferia del Área Metropolitana de Monterrey. Es ahí donde confluyen todos los drenajes de la ciudad. La finalidad radica en sanear el agua, para así evitar contaminación ambiental y poder reinsertarla a su proceso natural.
Una vez que se realiza el proceso, el agua es liberada al río Pesquería, con rumbo a Tamaulipas, donde es utilizada para el riego.
* Agencia Informativa Conacyt
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