Algodón y plagas
El valle de Mexicali que en algunas décadas alcanzó la siembra de cerca de 195 mil hectáreas con algodón y llegó a considerarse como el rancho algodonero más grande del mundo, con el azote de la mosca blanca prácticamente desapareció, pero el tesón de agricultores y la confianza de varios empresarios, se han superado las 25 mil hectáreas en este 2017.
La presencia de plagas como el picudo, el gusano rosado y otros de menor importancia fitosanitaria, pero de adversos efectos en la producción, con un interés y profesionalismo de aquellos técnicos y funcionarios que sudaban la camiseta y manchaban el pantalón entre las plantas, revisando porcentajes de plagas para definir su combate, poco a poco fueron cediendo hasta su control y erradicación en algunos casos.
Al paso de los años, los logros se medían por el número de aplicaciones de productos agroquímicos para el combate de las plagas, hasta la llegada de las semillas transgénicas, cuestionadas y hasta rechazadas en un inicio.
Son semillas con menores ciclos para su desarrollo y maduración, pero su manejo ha cambiado drásticamente en cuanto a las láminas y la periodicidad de los riegos, dependiendo de la textura de los suelos; el problema de las plagas prácticamente ha desaparecido, aun cuando por negligencia de la autoridad de Sanidad Vegetal y del Comité Estatal, el piojo harinoso, desdeñado por ellos durante varios años, se convirtió en una plaga a combatir.
El piojo harinoso, de no controlarse podría convertirse en un grave peligro, no solo para el cultivo del algodón, sino para la zona vitivinícola de valle de Guadalupe, considerando que esta plaga ha dezmado extensas zonas donde se cultiva la uva.
Las nuevas variedades de semillas de algodonero, en siembras donde se aplican los paquetes tecnológicos, incluyendo riegos oportunos, los rendimientos son altos, retribuyendo al productor su trabajo y esfuerzo, con ingresos que dependen mucho de los precios logrados en la negociación de venta de la fibra blanca.
Sin embargo, no se deben de descuidar enfermedades del suelo, cuyos efectos de observan a simple vista en muchos de los predios algodoneros del valle de Mexicali.
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