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Los neonicotinoides, culpables de la mortandad de abejas

El 75 por ciento de la miel producida en todo el mundo contiene agentes nerviosos letales para las abejas, señala estudio

NEUCHATEL, SUIZA.- Una vez más queda comprobado que el uso indiscriminado de los pesticidas llamados neonicotinoides son letales para las abejas.
Esa es la conclusión a la que llega un estudio realizado por un equipo de científicos interdisciplinario de la Universidad de Neutachel y del Jardín Botánico de la misma ciudad, que fue publicado en la revista Science, que señala que tres cuartos de las mieles de todo el mundo contienen ese pesticida que se utiliza para proteger los cultivos de los insectos.
Agrega que la mayoría de estos pesticidas no suponen un riesgo para la salud de los consumidores, pero sí resultan mortales para las abejas. Los niveles más altos de esta sustancia se han detectado en América del Norte, Asia y Europa.
“La gran mayoría de las muestras estudiadas no representan ningún riesgo para la salud de los consumidores”, afirma el autor principal del estudio, Edward Mitchell, profesor y jefe del laboratorio de biodiversidad del suelo de la Universidad de Neuchâtel, actualmente en Landcare Research en Lincoln, Nueva Zelanda.
En cambio, la situación es más crítica para las abejas, “en todo el mundo, las abejas están expuestas a concentraciones de neónicos que han demostrado efectos en el comportamiento de los insectos, su fisiología y sus capacidades reproductivas”, señala el profesor de agroecología en la Universidad de Neuchatel, Alexandre Aebi, que también es apicultor.
Agregan los científicos que los neónicos representan un tercio del mercado mundial de plaguicidas y se utilizan para proteger cultivos como el maíz y la soya de las plagas de insectos. Los neónicos atacan el sistema nervioso central de plagas de invertebrados, y les causa parálisis y posteriormente la muerte.
Señalan que debido a que los neónicos se encuentran en toda la planta, lo que incluye el polen y el néctar, las abejas se contaminan y escarban en ellas, contaminándose por tanto la miel.
Añaden que las proporciones varían considerablemente entre las regiones, y los niveles más altos se ubican en América del Norte (86 %), Asia (80 %) y Europa (79 %), y el más bajo en América del Sur (57 %). Oceanía, Nueva Zelanda y las islas del Pacífico se encuentran ligeramente por debajo del promedio (71 %).