La misma cantaleta
De siempre los productores de trigo han venido confrontando una serie de problemas de comercialización, con mayor énfasis a partir de la desaparición del Comité Directivo Agrícola del Distrito de Riego 014, donde se hablaba de la disponibilidad de agua, la capacidad de conducción de los canales, buscándose un equilibrio entre los cultivos de primavera verano y los de otoño invierno.
Porque el equilibrio, porque de esa forma se calendarizaban los pedidos de agua a la Comisión Internacional de Límites y Aguas, para no tener problemas en los riegos.
Justo o no, al completarse la superficie programada para tal o cual cultivo, o escogías otro del mismo ciclo, o buscabas otro en el siguiente, así se mantenían las hectáreas para trigo y algodón principalmente.
En el caso del algodón, la presencia de la mosca blanca dio al traste con el cultivo que estuvo a punto de desaparecer en el valle de Mexicali y que gracias a dos o tres empresas que se aferraron, se ha venido superando el fracaso.
Ante ese desastre, la superficie de trigo se disparó, nadie quería sembrar algodón y la situación ha prevalecido, a grado tal que habilitadores y centros de acopio –estos fomentados por los gobiernos estatales para calmar dirigentes de movimientos- encontraron condiciones que les permitieron abusar de la necesidad del productor, estableciendo sus condiciones comerciales.
Los abusos de los empresarios y de los mismos productores en contra de los primeros, dio pie a una serie de corruptelas que generaron carteras y luego se vencieron, los agricultores entraron en el Buro de Crédito, carecen de garantías y siguen en manos de los habilitadores, unos que les prestan la cuota total y otros solo parcialidades.
Pero de cualquier modo les hacen firmar contratos para entrega del grano, mismos que se han estado violando por la presencia de compradores que pagan más, sin castigos y de inmediato. Los trigueros, no solo de Baja California, sino de todo el país han caído en el vicio de pretender sacar del erario un apoyo complementario, en ocasiones no para tener utilidades, sino para alcanzar a pagar.
Aquí falta normatividad enérgica en la planeación de los cultivos y mano dura para que empresarios y productores cumplan sus compromisos, de lo contrario, año con año seguirán con la misma cantaleta.
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