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Algo falla

Sin duda alguna, la expresión de Bosco de la Vega, nuevo presidente del Consejo Nacional Agropecuario, sobre la deficiencia de la Secretaría de Agricultura y la necesidad de elevarla a nivel operativo de la Secretaría de Hacienda o la Sedesol, está generando polémica y controversias muy serias en los hombres del presidente Enrique Peña Nieto.
Sin embargo, Bosco de la Vega tiene toda la razón del mundo, la Secretaría de Agricultura, al igual que la Comisión Nacional del Agua, son entes burocráticas que deberían de tener una estrecha coordinación para impulsar el cacaraqueado desarrollo del campo, que tanto alude el Jefe de la Nación.
La Secretaría de Agricultura no ha logrado cumplir sus metas en materia de inducción a nuevos cultivos, primero porque los agricultores no confían en la entrega de apoyos y no olvidan que aun habiéndose publicado en el Diario Oficial de la Federación, se han cancelado programas y les han dejado colgados de la brocha.
Aunque no lo crea, ello no es culpa del titular en turno, pero si su responsabilidad, debido a que es muy cómodo permanecer en  la nomina oficial, por lo que prefieren no patear el pesebre que, en este caso sería reclamar al titular de Hacienda la oportuna entrega de los recursos para cumplir con los programas y no fallar a los campesinos.
Por falta de interés de los titulares de Agricultura, el gobierno federal ha ido desmantelando la estructura de investigación, aun cuando en esto tienen mucha culpa quienes lucraron en el INIFAP -Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias- o por conducto de las Fundaciones Produce, donde los mismos investigadores cobraron proyectos.
Aun más, la ignorancia de un diputado presidente de la comisión de agricultura y ahora presidente electo de Ensenada, trato de canalizar recursos a la Fundación Produce de Baja California, donde su presidente buscaba financiar trabajos de investigación para una empresa privada, de la cual es socio.
A la Secretaría de Agricultura le hace falta una fuerte sacudida, pero requiere la energía de un hombre que tenga los tamaños para enfrentar la cerrazón de quienes manejan los recursos económicos de este país, para estar en condiciones de impulsar el desarrollo de las actividades primarias y la industrialización de sus cosechas para darles valor agregado que quede en manos de los productores, no de los industriales, como ahora sucede en el trigo, la leche, las oleaginosas y el maíz, para poner un ejemplo.