
Por Martha Patricia Montero
Estoy profundamente conmovida con lo que está pasando actualmente en torno a dos temas de suma importancia: el genocidio ideado por Netanyahu contra la población palestina de Gaza y el ataque de Trump contra los migrantes en Estados Unidos. Me parece inevitable hallar coincidencias y lo que más toca mi corazón es la fuerza ciudadana para alzar la voz y sobrepasar, así, la manipulación de la media y los discursos gubernamentales, que en ambos casos desean imponerse como absoluta verdad.
Hace unos días vimos cómo, con el agravante de hacerlo en aguas internacionales, miembros del ejército israelí atacaban con químicos la embarcación Madleen y llevaban presos a los 12 miembros de la Flotilla Libertad. Como respuesta, miles de personas comenzaron en Algeria una caravana terrestre, con autos y camiones, que espera llegar en los próximos días a Rafah, en Egipto, sumándose a la Gran Marcha Internacional que dará comienzo el próximo 15 de junio con personas de 54 países, incluido México, lo mismo que a la caminata que judíos y otros pobladores de Israel han emprendido desde Tel Aviv hacia la frontera con Gaza para sumarse al grito colectivo y mundial que dicta: «Ya basta, alto al genocidio y libertad para Palestina». A su paso por Túnez fue impresionante la multitud que los recibió en puentes y carreteras para darles apoyo y demostrar dónde está la razón y la fuerza (vean el video abajo).
Por otro lado, desde que inició su segundo periodo presidencial Trump se declaró antiinmigrante y le abrió las puertas de par en par a ICE para deportar a diestra y siniestra, sin que medien argumentos, ni leyes y mucho menos humanidad. Tras la invasión a una escuela primaria la comunidad de Los Ángeles, que tiene una larga historia de resistencia ante diversas adversidades (contra los latinos, contra los negros, contra los nativos y contra un largo etcétera), volvió a salir a las calles. Y sí, quizá en un primer momento hubo quema de coches, pero de los Waymo que tienen su propia agenda económica-política, y el resto de los días han sido protestas pacíficas que se han multiplicado en otras regiones de Estados Unidos. Y no es sólo la comunidad «de a pie» o chicana. Uno puede encontrar posicionamientos de Gavin Christopher Newsom, gobernador de California, quien prefiere ir preso que atentar contra su comunidad; del ex candidato presidencial Bernie Sanders, llamando hambriento de más poder a Trump; o, entre muchísimos otros, el de Michelle Wu, la alcaldesa de Boston, diciendo que los migrantes son familia y nadie, ni siquiera «un presidente que se cree rey» va a ponerla contra ellos y que «si vienen por uno, vienen por todos».
Y entonces uno puede pensar la frase del embajador estadounidense en México, Ronald Johnson, alegando que es muy malo que en las protestas se utilicen las banderas de México, desde un lugar más añejo y profundo que él jamás podrá entender, pero sí lo comprendieron desde hace tiempo los raperos del grupo Rap Legends HQ, pues su canción Por mi México se ha convertido en un nuevo himno: «Mexicanos al grito de guerra / Yo defiendo mi tierra / No me dejo de nadie, yo cuido a los míos, mi raza se aferra / Soy mexicano, esa es mi bandera / Yo la levanto por dondequiera / Verde, blanco, rojo hasta que muera… (vean el otro video que también comparto abajo).
Sí, como el micelio que silencioso se expande por la tierra fértil de los bosques manteniendo viva la comunicación y asegurando la pervivencia de las semillas y el crecimiento de los árboles, así los mexicanos que han roto barreras y superado obstáculos para asegurar el bienestar de sus familias, lo mismo las que tienen cerca que las que dejaron en territorio mexicano (si no, cómo explicar la importancia de las remesas que no cesan, y que nuestros paisanos –palabra más apropiada que connacionales– no dejen de venir para las fechas relevantes de su pueblo o su familia).
Pero si uno observa estas protestas, si bien la mayoría alza banderas mexicanas, hay otras banderas: México-estadounidenses, colombianas, puertorriqueñas, argentinas, camboyanas, filipinas… y también palestinas, lo mismo que personas de diferentes tonalidades de piel, religión y raza usando kufiyas como símbolo actual de resistencia y de solidaridad con Palestina.
Hay que leer con atención cada cartel, muchos inspirados en las marchas feministas de México («quisieron incendiarnos y no sabían que éramos semilla»…), sus actos artísticos de resistencia pacífica, sus pronunciamientos firmes y sin duda… lo mismo que a quienes los apoyan, como los fans de LAFC, que hace dos días, en pleno estadio, gritaban «fuera ICE» y extendían una manta monumental que reconoce a los migrantes como el latir del corazón de LA; y sí, LA como otro gran símbolo en la lucha que inició Trump y que sin duda no sabe cómo va a terminar o qué concesiones deberá hacer para lograrlo.
Y mientras los media se debaten y manipulan la información y los gobiernos afinan sus discursos, las voces ciudadanas se multiplican, se rebelan, se muestran en todas las ciudades del mundo dispuestas a resquebrajar al poder político-económico con manifestaciones pacíficas y, por ello, poderosísimas.
Mi corazón con ellas.
Martha Patricia Montero
Móvil 55-33314990
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