Semanario El Pionero

Expresión de Mexicali y su Valle

Matices: El teniente en su laberinto

Por Dianeth Pérez Arreola

Desde el primer día en el cargo, el teniente coronel en retiro, Julián Leyzaola, ya dejó ver cuál sería el tenor de su periodo al frente de la Dirección de Seguridad Pública Municipal de Mexicali, donde lo acomodaron tras no poder cumplirle dándole el cargo en Tijuana.

El mismo día de su toma de protesta, envió un mensaje a los delincuentes “vestidos de oficiales” y habló de depuración de la policía. Es decir, todavía no sabía cuál era la situación, y ya estaba amenazando y hablando de una “limpia”. En vez de hechos, hay palabras. Hasta el momento no hemos visto ninguna depuración, solo bravuconadas.

Irma Leyva, el viernes pasado haciendo antesala para hablar con la alcaldesa Norma Bustamante.

En el evento de la presentación del programa de canje de armas, al que asistió la gobernadora y tuvo lugar en la explanada municipal de Mexicali hace algunas semanas, Leyzaola se negó a atender a los medios, aunque finalmente cedió.

La caótica atención a medios el día de la presentación del programa de canje de armas.

El viernes pasado le dijo a Irma Leyva, que no hiciera espectáculos, al reclamarle la salida de una funcionaria de la unidad de búsqueda de la DSPM, y le dijo que la atendería en privado, pero la dejó plantada.

La fundadora del colectivo “Madres Unidas y Fuertes”, quien tiene 18 años buscando a su hijo Diego Alonso, se fue directamente con la jefa de Leyzaola, la alcaldesa Norma Bustamante, quien le prometió que no movería a la encargada de las búsquedas en vida. El argumento de la activista es que les ha costado años de trabajo armar un equipo comprometido, confiable, y capacitado para que llegue alguien y sin conocer el trabajo que hay detrás, los mueva sin razón.

Aún está por verse si será respetada la promesa de Norma para con Irma, pues Leyzaola es de los protagonistas que no le hacen caso a nadie. Suponiendo que esto suceda, Norma quedaría como una alcaldesa sin autoridad, supeditada a las decisiones de su director de policía.

El calzado especial para los reporteros de la fuente policiaca.

Hoy, el tono de los incidentes con Leyzaola subió, al pasarle encima del pie con su silla a una reportera -aunque algunos testigos dicen que, a pesar de las peticiones del teniente para permitirle pasar, no se lo permitían- y al negarse ahora sí de plano a contestar preguntas a los medios.

Concediendo que lo primero fue un accidente -la reportera del 66 tampoco quiso contestar cómo vivió ella ese momento, si lo considera una agresión o un hecho fortuito desafortunado- nos queda el silencio institucional de Leyzaola.

Algunos compañeros pudieron plantearle este tema y respondió que no le gustan las banqueteras, ni el desorden que se provoca, lo cual puede ser una buena manera de zafarse de las preguntas incómodas.

También dijo que se siente extraño por no estar a la altura de los reporteros y los micrófonos por su condicion, pero las cosas son como son y un funcionario público tiene la obligación de rendir cuentas sobre sus actos si hay recursos públicos involucrados o hay decisiones que afectan a la sociedad, lo cual es el caso.

Agregó que está dispuesto a atender cuando le pidan entrevistas, pero que sean cortas y en su oficina, siempre y cuando se gestionen con tiempo. Nada más le faltó agregar que le manden las preguntas por anticipado, con tres copias, el currículo del periodista y las métricas del medio. Eso sí, cuando es para lavarle la carita sí está dispuestísimo.

Las únicas situaciones en que puede guardar silencio para con la prensa, son cuando no está autorizado a hablar del tema; cuando quiere preparar una respuesta elaborada y darla a conocer más tarde a través de canales institucionales; cuando es una pregunta ofensiva; cuando involucra datos delicados en una investigación en curso; o cuando no tiene injerencia en lo que se pregunta.

Es decir, puede negarse a atender a los medios, pero necesita haber una justificación válida.

Suponemos que no estará disponible cuando insistamos en cuándo hará el examen de control y confianza, qué es lo que están construyendo en la comandancia, dónde va a vivir, de dónde saldrán esos recursos y por qué paga Tijuana su unidad y sus guaruras.

Mal por la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda por encasquetarnos aquí en Mexicali a su compromiso político. Ya van dos en los últimos meses, pues Manuel Guerrero -una persona con poca preparación académica, pero que es su compadre-, fue ubicado como director de Conagua.

En otro tema, otra vez ya fue imposible guardar silencio en el Hospital General de Ensenada sobre las graves carencias de todo tipo que tiene el nosocomio y que dice su director, José Juan Godínez Montaño, incluso ponen en riesgo la vida de las personas que acuden solicitando atención.

En febrero pasado ya suspendieron las consultas externas y los traslados en ambulancias por falta de insumos y seguros; un anuncio que hizo enojar al secretario de Salud estatal, Adrián Medina Amarillas, que tiene la misión de controlar las alarmas en los centros de salud y aparentar que toda marcha sobre ruedas.

Tras el compromiso de subsanar las insuficiencias más graves, ordenaron la reapertura de los servicios en el hospital, pero en el Hospital General de Mexicali también están así, al igual que en el ISSSTE y centros de salud de las colonias, como el de González Ortega, donde la diputada Daylín García fue a donar artículos, o una del valle, que estaba inundada de aguas negras desde hace semanas.

El asunto es que el traspaso de los servicios de salud al IMSS Bienestar ha resultado en un fracaso, un retroceso, una desorganización y falta de previsión enormes. Las cosas están mal y no parece que vayan a mejorar, pues los recursos no llegan y además el presupuesto en salud sufrió recortes muy significativos.

Operaciones canceladas, falta de medicamentos básicos, carencia de personal… Ojalá que la gente analice el hecho de que le están saliendo muy caros los servicios de salud comparado con el dinero que le dan los programas sociales. Estábamos mejor cuando según Morena, estábamos peor.