Trump crea preocupación
Por Armando Ríos Ruiz
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En su discurso de toma de posesión, Donald Trump anunció la consolidación de lo que había adelantado, como la guerra contra las drogas que afectan a cientos de miles en su país, incremento en los aranceles a los artículos importados, vigilancia más estricta a lo largo de la frontera sur y deportación masiva de migrantes ilegales. Además, anunció medidas sorpresivas, cuyas órdenes firmó de inmediato y que seguramente causaran incomodidad en algunos sectores de la población, aunque para muchos, necesario.
Mientras llegaba el día esperado en muchos países del mundo, en México nadie sabe aún a que se refería Ricardo Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, quien se mostró apurado y angustiado por el juramento, al aconsejar actuar con temperancia, prudencia y serenidad y llamar a la unidad al dividido pueblo de México, que espera más del nuevo gobierno extranjero que del suyo, más preocupado por acabar de destruir lo que aún falta, de acuerdo con las órdenes extendidas a la sucesora.
Expuso que era el momento en el que no debía regatearse la unidad nacional y llamó a todos los mexicanos a estar conscientes de que era necesaria. Tal actitud reflejaba desesperación, por estar consciente de que algo muy malo había hecho. No sólo él. Sino de la Presidenta hacia abajo. Por ello debían solicitar a su pueblo bueno y sabio, protección por anticipado.
Era el momento de cerrar filas y de establecer un frente común con la señora que gobierna, que necesita fortaleza y la fuerza del pueblo para enfrentar una relación de respeto y de diálogo en la futura situación frente a Estados Unidos. Lo único que consiguió reflejar es que considera demasiado débil a la Mandataria y que había que rodearla como un escudo humano protector e inteligente, de todos los que, por alguna razón, le deben adoración.
¿Pero de qué se apanica don Ricardo? Aquí, nuestro gobierno está preparado para recibir a nuestros paisanos, que hasta serán dotados de la tarjeta México te Abraza, con dos mil pesotes para sortear cualquier problema que se atraviese. Muy lejos de sentir vergüenza, han presumido la invaluable ayuda, que no servirá ni para tortas. Menos para pagar el pasaje de la frontera a la Ciudad de México. Y mucho menos a otros lugares más alejados.
La llegada de Trump despertó una gran preocupación en México. Seguramente en otros países latinoamericanos y sin duda, en algunos sectores de la misma Unión Americana. Su disposición de reconocer sólo dos géneros, hombre y mujer y desconocer a los transexuales, debe haber inquietado a toda esa genealogía moderna que comprende hoy un sinnúmero de sexos.
En lo personal se lo aplaudo. Pero esta decisión conllevará una serie de protestas y denuncias, por restringir las libertades de los ciudadanos, de adoptar el sexo que mejor les convenga, aunque se trate de ser hombre, mujer, las dos cosas, homosexual más hombre y mujer y una estela de géneros inventada durante los últimos años, que ha influenciado a otros países y, sobre todo, provocado confusión a niños a punto de convertirse en hombres.
Hace algunos años, cuando nuestra Primera Mandataria ocupaba el cargo de jefa de gobierno, dispuso ’algo muy sencillo, pero trascendente’, según ella: que los niños asistieran a la escuela con faldas, si así lo querían. Pues no hacerlo ya era historia. ¿Dónde está la trascendencia de tan flamante idea surgida de la estrecha inteligencia de una señora que presume de científica? Seguramente en perturbar las mentes de los niños. Sin embargo, nadie hizo caso.
Por lo pronto, ya hay demandas por el intento de Trump de acabar con la ciudadanía por nacimiento a través de una orden ejecutiva. El documento interpone que el decreto presidencial es ilegal y atenta contra la Constitución. La enmienda 14 establece que toda persona nacida en suelo estadounidense adquiere la nacionalidad, sin que cuente el estado migratorio de sus padres.
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