Semanario El Pionero

Expresión de Mexicali y su Valle

El Agave del Menosprecio

Por  Adrián Rangel *

Hace frío ¡brrr! ¿Se te antoja un tequilita, compadre? Puedo asegurar que sí, pero te conozco, no quieres cualquier tequila, prefieres uno de verdad, uno que se cuente al cien de agave, ese que sale de la entrañas de esta tierra, ahí, donde los productores meten sus manos, donde se esparce el sudor, el esfuerzo y las expectativas.

Todo aquello que añade sabor, gusto fuerte a los sentidos y suave al paladar, mezcla que nos identifica y nos reseña ante el mundo. Pero esta raza de hombres ¿no debería ser orgullo mexicano? ¿Por qué entonces, son los que más hacen, pero los que menos ganan en la industria tequilera?

Compadre, antes que digas salud, déjame contarte que la gran trampa contemporánea, consiste básicamente en destruir el amor propio. Que el globalismo devore nuestra identidad. Que no diferenciemos o que nos dé lo mismo, entre lo auténtico y lo artificial.

Todo con tal de rebajar el precio al producto verdadero. Los que gobiernan y los que regulan, simplemente miran a otro lado, lo hacen, mientras que ellos y algunos otros llenan sus bolsillos, vaciando, en este caso, lo que por derecho les corresponde ganar a los productores de agave.

¿Te imaginas a José Alfredo, buscando inspiración, exigiendo su tequila? En un mundo donde el café se expende sin cafeína: la leche se derrama, pero no cuaja, porque es abiertamente deslactosada: mientras la carne, se hace llamar así, pero es de soya, y las pieles que nos cubren, parecen idénticas a pieles, pero son sintéticas.

Un mundo en manos de ‘influencers’, especialistas de márketing político, toda suerte de vivales que ganan sin trabajar, pero se montan en el esfuerzo ajeno. Sí, sería para el cantautor de rancheras, un Mundo Raro, pero absolutamente es nuestro mundo…

Dicen que el tequila nació durante una tormenta, cuando un rayo cayó sobre un sembradío de agaves y dada su intensidad, se generó un incendio, donde posteriormente los vapores calentaron las bolas de agave, ocasionando que de ellas emergiera una miel de sabor dulce y aroma agradable que llamó la atención de los nativos.

Estos descubrieron que, al fermentarse, ésta tenía poderes relajantes y efectos de euforia al beberla. Lo tormentoso mi compadre, es que nos mostremos indiferentes a la crisis de los productores de agave.

Volteemos todos, porque lo que ellos hacen con su trabajo, es proveer la esencia de la bebida que nos identifica y nos dignifica…

La autenticidad del tequila, el agave que aún nos sobrevive, proviene de los productores y sus arduas jornadas de trabajo. Desde aquí brindamos y se los agradecemos. Disfruta ahora de tu tequila mi compadre, digamos: ¡salud!

*Del portal https://puntualjalisco.com/