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La cuarta más poderosa del mundo

Por  Armando Ríos Ruiz › tabloiderevista.com

Hace menos de una semana, la prestigiada revista Forbes hizo un reconocimiento a la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, como la cuarta mujer más poderosa del mundo y no hay error. Está absolutamente en lo cierto.

Esta publicación se dedica a dar a conocer cada año, listas con nombres de las figuras más destacadas en el ambiente de los negocios y las finanzas que despiertan un gran interés. Ahora también incursiona en el político.

Efectivamente, la señora es la mujer, más que poderosa, empoderada del mundo. La revista no detalla que detrás de ella existe un hombre que es el que realmente debería ser reconocido como el más poderoso del mundo, por ser quien maneja a esa marioneta que se mueve de acuerdo con los hilos que conducen sus actos. Ella sólo obedece sin aportar algo realmente personal.

El hombre que dirige sus movimientos es el mismo que la seleccionó como su sucesora y el mismo que se encargó de realizar una elección de Estado. El mismo que dispuso de miles de millones de pesos para usarlos en su campaña política y el mismo que ideó también todas las trampas para que resultara triunfadora en los comicios que, de acuerdo con algunas investigaciones, estuvieron plagados de desaseo, con chapuzas inimaginables.

Es el mismo que se robó mugrosamente la mayoría calificada en el Congreso, para consolidar su plan de llevar a México a un nuevo Maximato en el que él se convierta el gran elector, ya sea con su propio arribo de nueva cuenta a ese puesto o con su influencia para que uno de sus hijos se encargue del país para disponer de él a discreción, como ya lo hacen, para obtener riquezas gigantes con su grupo de saqueadores encabezado por Amílcar Olán.

La misma Mandataria lo dijo cuándo comentó la referencia de Forbes: ’es un reconocimiento a lo que estamos viviendo, que es el segundo piso de la Cuarta Transformación’. Lo que señaló con esta frase, es que se trata de un reconocimiento a la labor destructiva o a la concepción que su maestro y guía tiene bien clara de lo que quiere de México, aunque la señora lo disfrace con frases como el apoyo popular a su obra o respaldo del pueblo a su 4T.

Tácitamente, la señora apunta a su sueño, con su reconocimiento a países como Venezuela y Cuba, a los que llamó progresistas, a pesar de que el primero ha sido comparado con Haití, por la extrema pobreza a la que fue llevado por las dictaduras de Hugo Chávez y Nicolás Maduro y mantenidos por las aportaciones de México, a pesar de que no somos un país rico, sino uno en el que hay carencias muy graves y vamos pare peor, con el que se fue y con ella.

Algunos señalan que ’ser nombrada la cuarta mujer más poderosa del mundo no la convierte en una Presidenta demócrata, ni autónoma, ni representante de quienes creyeron que llegarían no sólo las representantes de Morena’. Otros opinan que ’paga publicidad’ y se preguntan ’de dónde salió el presupuesto para el nombramiento’.

Forbes no investiga más allá de su propósito de dar a conocer las cuantiosas riquezas acumuladas por hombres de todo el mundo. Pero no los detalles que inciden en esa acumulación. Igualmente, en el caso de nuestra máxima representante, no habla de su escasa inteligencia.

De su docilidad con quien la ayudó a llegar. De su visiblemente errática forma de gobernar. De su nulo razonamiento para avizorar el futuro que nos espera en materia de economía.

Para tomar una decisión, Forbes precisó que es la primera mujer que se convierte en Presidenta de México, después de 200 años de independencia y la considera muy poderosa por los supuestos más de 35 millones de votos alcanzados en los comicios. Poco le importa al medio, que para ello se haya consumado un mega fraude electoral, como apuntan los que investigaron.

¿Y de qué sirve a 130 millones de mexicanos tener a una presidenta que ganó con la cuarta parte de los habitantes y nos conduce a todos al abismo?

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