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México se desmorona

Por Armando Ríos Ruiz › tabloiderevista.com

En menos de un mes al frente de la Presidencia de Claudia Sheinbaum—al frente, porque ha quedado claro paulatinamente que no es ella la que gobierna— se contabilizaron 1,792 asesinatos y no hay visos de reposo en este rubro, pese a las declaraciones de la cuidadora de la silla del anterior, de que durante su administración, las cifras en este rubro ya disminuyeron.

Está convencida de que, con sólo disminuir cifras con la boca, la ciudadanía dejará de notar que la violencia crece en lugar de disminuir y que lugares como Sinaloa, Guerrero y otros, dejarán de arrojar números alarmantes de delitos, porque son estados en donde la guerra entre delincuentes no cede y en donde la población vive con la muerte en sus espaldas, porque no existe autoridad capaz de frenarlos. No hay la mínima capacidad para someterlos.

En Guerrero, la paz de poblaciones como Técpan de Galeana, en donde se podía respirar tranquilidad, a pesar de la delincuencia, y gracias a que los grupos de la costa se ponían de acuerdo para conferirla o, en otras palabras, para dejar vivir con cierta esperanza, se ha alterado y ya no se sabe a qué horas ocurrirán las balaceras con saldo de muertos, forzosamente.

Y mientras tanto, la autoridad principal o la gobernadora del estado, Evelyn Salgado, permanece ausente de su quehacer, simplemente porque no tiene la menor idea de cómo se gobierna y seguramente, hasta con el consejo paterno de permitir los actos criminales de las bandas de malhechores que han impuesto su ley con el consentimiento de ambos, porque mantienen compromisos añejos de negocios y de respeto.

POR ESO, PREFERIBLE  LA FIESTA Y EL CANTO.

México se desmorona también por la bajísima calidad de funcionarios y representantes populares que hoy llenan los escenarios políticos, totalmente carentes de capacidad y sometidos absolutamente a la voluntad del verdadero Primer Mandatario y quienes la tienen, comprometidos a darle satisfacción, como si no la tuvieran, porque lo primero, lo estrictamente necesario es la obediencia ciega y a veces ambiciosa, como la de Ricardo Monreal, por ejemplo.

Como la del cada vez menos soportable Gerardo Fernández Noroña, hoy enseñoreado defensor de todo el cascajo que forma parte de la 4T, al que se ha dedicado a defender con argumentos ridículos y nefastos por irracionales, como ha ocurrido con la señora Rosario Piedra Ibarra, encargada del tabasqueño a sus esbirros para volver a imponerla como defensora de los derechos humanos, a pesar de su increíblemente bajísima capacidad.

No fueron suficientes sus propias falsificaciones de documentos que la recomendaban para ocupar el cargo de nueva cuenta ni haber resultado la peor evaluada, que muchos de los mismos legisladores morenistas advirtieron, pero que soslayaron, porque la orden del Presidente macuspano fue la de imponerla en la madrugada del miércoles o clandestinamente.

No bastó el mismo cinismo exhibido por la señora. La falta de vergüenza y entereza. La falta de integridad y de honestidad, para reconocer que nada tiene que hacer en absolutamente ningún cargo público, por su falta de capacidad. Hubiera sido más honesto de su parte pedirle a su bienhechor, un sueldo que le permita vivir con decoro, en calidad de zopilote, de zángana o para que no se oiga ni se lea tan feo, como aviadora y dejar ese puesto a alguien competente.

Con todo y que el ex Presidente mostró falta absoluta de respeto a la que hoy gobierna, al imponerle su decisión por encima del rechazo a la incompetente, ella misma pidió respeto a la señora ungida, cuando esta se lo niega a sí misma al recurrir a conductas inclusive delictivas para repetir en el cargo.

Cuando también la misma Sheinbaum lo soslaya para ella misma, porque es ella la que debería dar signos ya, de que, con trampas electorales o no, es la Presidenta.

México se desmorona y por esta razón despertó la esperanza en el vecino país del norte, que ya enfila sus baterías hacia el nuestro, con una carga que ojalá sea para desbaratar la perversión heredada y bien aceptada por la sucesora.

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