Por Rosa Chávez Cárdenas
Como seres sociales buscamos entablar relaciones con otros individuos, incluidas las mascotas. Los niños y los adultos consideran a sus animalitos como miembros de la familia, algunos dicen que tienen mejores relaciones con sus mascotas que con sus familiares. Cuando mueren sienten dolor como si hubiera fallecido un miembro de la familia.
Lo más común es que tengan como mascota un perro, gato, pájaros, peses, tortugas, conejos, caballo, Hámster, ardilla, aves, otros más exóticas como un chango y hasta un tigre. De niña vivía en una casa muy grande y teníamos, coquenas, pichones, perros, gatos, peces, gallitos de pelea, guajolote, un borrego y hasta murciélagos. Actualmente tener un perro como mascota es una señal de que el dueño tiene buena posición económica, el costo del alimento, llevarlo al veterinario, el baño a domicilio y hasta pagar para que un joven lo lleve a pasear acompañado de otros de su especie.
Tener un perro y tratarlo como un hijo se convirtió en moda a nivel mundial es otro argumento para el control de la natalidad. Por las redes sociales las modas se contagian más que los virus. Para que se convierta en una faceta característica de la sociedad es necesaria la transmisión cultural, de manera que hay muchas variaciones históricas en la forma de tener mascotas. Ahora resulta que sienten compasión de los perros de la calle, la moda es “No compres, adopta” así vemos a los dueños paseando sus perros “eléctricos” (corriente con corriente) y hasta organizaciones que los rescatan con el argumento de que pobres animalitos no tienen que comer. No toman en cuenta, los animales por instinto de sobrevivencia buscan comida y su sistema de defensas los protege de las enfermedades. La novedad es que tratan a las mascotas como humanos.
Los dueños de las mascotas, los miman de manera exagerada, duermen con ellos, los pasean en carritos como si fueran bebés, los alimentan con planes de nutrición y hasta los dejan en hoteles cuando salen de vacaciones. La industria de las mascotas ha elevado de manera asombrosa sus ganancias hasta con la venta juguetes y ropa para perros y gatos a pesar de que los gatos tiene su personalidad y no son tan permisivos como los perros. Especialistas en ética del bienestar animal y científicos veterinarios se preguntan si humanizar a las mascotas saldrá contraproducente. Argumentan que mientras más se trata a las mascotas como personas más limitadas y dependientes se vuelven, pierden el instinto de supervivencia, presentan más problemas de salud y de conducta.
Especialistas han investigado que los perros se enamoran de sus dueños, liberan la hormona del amor, la oxitocina cuando miran a sus dueños, la misma que producen las madres y sus bebés cuando se miran fijamente, los perros también liberan lo que algunos investigadores llaman “la hormona del amor”.
En esa moda de rescatar la señora Pérez adoptó un perro de un albergue, lo llevó al veterinario, le pusieron las vacunas, lo bañaron, el veterinario le comentó que tenía un problema de salud, cuando le entregó la mascota, la cuenta pasó de 30 mil pesos, la señora no protestó. Lo que la tiene muy decepcionada es que la mascota mal educada ya le destruyó sus macetas, levanta la pata y defeca en todos los rincones de la casa, se sube a los muebles y hasta les muerde los zapatos.
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