Semanario El Pionero

Expresión de Mexicali y su Valle

¿Siempre enojado? cuidado afecta tu salud

Por Rosa Chávez Cárdenas

Enojarse es una emoción natural, actuar sin control, en el opuesto o reprimirlo todo el tiempo deja consecuencias. Muchas personas se ven tan “educadas” no lloran no se enojan, pero eso no es normal, de tanto reprimir y luchar se anestesiaron para no sentir. La palabra coraje tiene una cualidad espiritual y emocional, es necesaria para enfrentar situaciones difíciles, superar obstáculos y defendernos, viene del latín cor que significa corazón lo que indica que es una cualidad del corazón. 

Es importante investigar porqué muchas personas siempre están enojadas. La violencia tiene tres bases que lo explican: biológica, psicológica y social. Las causas son muchas entre las psicológicas: la ansiedad, la culpa, el estrés, los trastornos del sueño; entre los biológicos, los problemas digestivos por mala alimentación como la gastritis incluso en los niños, las infecciones de garganta y la fiebre por algún bicho. Entre los traumas, los asuntos no resueltos de la infancia, los padres violentos, el abuso sexual, el abandono y el ambiente social de violencia. Puede ser que no lo crean, pero el calentamiento del planeta nos afecta, por eso se ha incrementado la violencia. Las de conducta: el abuso de alcohol, las drogas, la frustración social y la compulsión a repetir de un mundo agresivo con guerras, muertos, desaparecidos y la impotencia de ver que sufrimos de impunidad y falta de justicia.

El cerebro se acostumbra a la violencia, el instinto de conservación es: correr o pelear y también a conductas anticipatorias, es el instinto natural de los seres vivos. Ante cualquier estímulo se activan zonas del cerebro como la amígdala, el hipotálamo que regula las hormonas, el hipocampo donde se guarda la memoria y el aprendizaje; la corteza prefrontal es la que se encarga de los frenos sociales y los valores morales. La violencia inicia de forma rápida, es la emoción negativa que anula los mecanismos de la inteligencia, se elevan la adrenalina y la dopamina, la corteza prefrontal se inhibe a medida en que la emoción se incrementa, por esta razón la violencia no tiene rasgo de inteligencia. La evolución de la especie sale a flote y actuamos como los animales para defendernos, se pierde la lógica, se acompaña de un vocabulario de malas palabras que son recursos de salud mental. El proceso dura unos 35, 40 minutos, después la corteza prefrontal vuelve a funcionar, inhibe a los núcleos cerebrales de la conducta violenta. Estar más de una hora enojados o violentos indica un estado patológico en donde la persona carece de soluciones, pensamientos y arrepentimientos.

Según las investigaciones los hombres son más violentos y esto tiene una razón biológica. La corteza prefrontal termina su desarrollo neuronal a partir de los 25, 26 años, es decir el control de las emociones y la madurez social tarda más en formarse en el cerebro de los varones, esto es por la hormona testosterona, la que disminuye la capacidad de conexión neuronal. La violencia se aprende y se crea en el cerebro. Es un hecho el ser humano genera la violencia, es agresor de su propia especie, la lucha por el poder. La conducta violenta es aprendida desde la infancia, sobrepasa las normas sociales establecidas, si aparece en las primeras etapas de la vida dejará consecuencia y modelos aprendidos. Un cerebro violento rara vez reconoce su violencia y el tamaño de sus actos. Una manera de reconocer cuando la violencia es patológica es la falta de empatía y sentimientos de culpa.

Con la madurez vamos aprendiendo a controlar las emociones y los impulsos. Cuando estaba en proceso de divorcio, después de un año de separación, descubrí que había infidelidad hacía tiempo, sentí un coraje tan grande, algo que no conocía dentro de mí, quería venganza por tantos conflictos previos. Pero no podía tolerar que las emociones reprimidas se me salieran de control. Despertaba en la madrugada y me iba a correr al parque, luego meditaba, caminaba sin zapatos y abrazaba un árbol. pedía al universo que me regresara la paz interior, no alimenté la venganza. En una semana perdoné, canalicé el coraje y lo enfoqué en divorciarme, dos semanas nos llevó el proceso legal, un divorcio de común acuerdo.

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del Dolor y Dra. Rosa Chávez

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