Por Martha Gutiérrez *
No cabe duda que la política es de momentos y circunstancias. Apenas hace 30 días Xóchitl Gálvez no existía en el mapa para la sucesión presidencial del 2024. Una resolución judicial para acudir a la conferencia mañanera del Presidente de la República, para defenderse de las acusaciones lanzadas en su contra por el inquilino de Palacio Nacional, quien aseguraba que ella buscaba cancelar programas sociales y ante su negativa para atender el mandato judicial, y el ridículo operativo de su genial asesor Jesús Ramírez para impedirle el acceso, la catapultó al escenario nacional convirtiéndola en una seria contendiente.
La necesidad política del país, la falta de resultados en la administración de Andrés Manuel López Obrador y la polarización social alentada por él mismo, han provocado que organizaciones de la sociedad civil se involucren como protagonistas activos en el proceso de sucesión rumbo al 2024 y se cree el Frente Amplio por México generando un paquete de candidaturas fortalecidas, la posibilidad de construir una propuesta seria de gobierno, una estrategia de campaña diferente y la expectativa de integrar por primera vez un gobierno de coalición, de soluciones y de resultados.
El hartazgo por las incapacidades, mentiras, corrupción y opacidad en el manejo de los recursos públicos en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sus corcholatas, Morena y su trasnochada 4T, están empujando hacia arriba a la senadora Xóchitl Gálvez de la misma manera en la que hace seis años los escándalos de corrupción y la sordera de Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray impulsaron la campaña del entonces aspirante Andrés Manuel López Obrador. La historia se repite.
Tampoco debemos olvidar que, para llegar a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador recogió el peor desperdicio político y lo subió a Morena, que como una manzana podrida en el frutero terminó por descomponer al resto de la fruta, y los mexicanos hemos pagado las consecuencias.
Hoy, Xóchitl Gálvez de repente se ha convertido en el catalizador de un fenómeno que es la chispa que comienza a detonar el proceso de la sucesión presidencial. Su desparpajada personalidad, capacidad de reacción y el manejo ágil y creativo de las redes sociales contrastan con la vieja política publicitaria priísta, tan criticada, y ahora adoptada por Morena desplegando por todo el país, pinta de bardas, espectaculares y carteles en el transporte público disfrazados de “entrevistas”, provocando que López Obrador y sus “corcholatas”, en contraste con Xóchitl, huelan a naftalina.
Sin embargo más allá de lo anecdótico, supongamos que la senadora Xóchitl Gálvez gana el proceso de selección y se convierte en representante del FAM. Ella, en lugar de convertirse en contestataria de los ataques de Palacio Nacional, deberá plantearse y concentrarse en la oportunidad de abrirse a la construcción de un proyecto de futuro para nuestro país, y a la recomposición de lo que Andrés Manuel López Obrador se comprometió en 2018 y no solo no pudo cambiar, por el contrario, profundizó las distintas problemáticas y polarizó a los mexicanos.
El reto para Xóchitl no será ganar una contienda interna, tampoco lo será la elección constitucional del 2024, el verdadero reto para Xóchitl Gálvez será demostrar que tiene la capacidad de conducir a México hacia un proyecto Nación, identificar las potencialidades de cada una de las 32 entidades que comprenden a nuestro país, y desde lo municipal impulsar el emprendedurismo y la competitividad para detonar un crecimiento económico sostenido que contribuya a resolver la seguridad, la salud, la educación, el medio ambiente, el desarrollo social, y ubicar a México en la modernidad, para que se aprovechen las oportunidades que el mundo del siglo XXI nos ofrece. ¿Tendrá Xóchitl la sensibilidad de escuchar y conocer lo que los ciudadanos de todos los segmentos sociales en cada rincón de México estamos esperando?
Es pregunta.
Contacto. – @MarthaGtz (Twitter)
*Tomado del portal https://lapoliticamedarisa.mx/
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