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La ruptura del dique

Hasta el momento, AMLO ha sido exitoso en contener las pasiones de su equipo, pero cuando el dique se rompa le será más complicado encauzar el agua, con la presión controlada, hacia la milpa correcta.

Por Antonio Ocaranza 

Fernández *

@aocaranza

La elección del Estado de México del domingo 4 de junio parece ser el dique que contiene las pasiones políticas de México. Independientemente del resultado, la elección generará una avalancha de decisiones por parte de muchos actores que reconfigurará el panorama político mexicano. A partir del 5 de junio será fair game y veremos todo tipo de señalamientos, trampas y argucias para descontar a oponentes y recuperar el terreno y tiempo perdidos.

Los efectos serán múltiples, pero, entre los más significativos, están los cinco siguientes:

1. Los resabios de la elección

El 4 de junio dejará ganadores y damnificados. Los ganadores tratarán de construir una narrativa de victoria hacia el 2024. Los derrotados reevaluarán fuerzas y alianzas, señalarán culpables y aprovecharán para tratar de eliminar lastres. Como el resultado ya es ampliamente anticipado, el golpe de realidad será mínimo. Alito Moreno y Mario Delgado serán los más evaluados y querrán con rapidez dejar atrás la discusión sobre las elecciones estatales porque la lectura de los resultados, si es desafortunada, minará su capacidad para liderar el proceso de selección de sus candidatos o para negociar alianzas.

2. La disputa por Morena

La lucha dentro de Morena se tornará más abierta y descarnada. La petición del presidente López Obrador a sus corcholatas de aguantar hasta después del 4 de junio, inevitablemente ha acortado el espacio de tiempo para que se posicionen antes de la primera encuesta. El más presionado es Marcelo Ebrard porque necesita urgentemente romper el momentum de Claudia Sheinbaum en la percepción de la opinión pública de ser la líder en las encuestas.

3. La reconfiguración

La renuncia de Ebrard a la Secretaría de Relaciones Exteriores incrementará la presión sobre los demás contendientes para que hagan lo mismo, o pidan licencia, en algún momento del proceso. Pero, aunque ninguno lo hiciera, los cambios más profundos serán inevitables a partir de septiembre, cuando se defina el precandidato de Morena y sume a su equipo de campaña con miembros del gabinete presidencial. El presidente tendrá que mover piezas, perder alfiles y recompensar a perdedores si no desea que encabecen proyectos en otros partidos.

4. El enigma opositor

Tan pronto se inicie formalmente el proceso de selección del candidato en Morena, a inicios de junio, todos los partidos de oposición se verán obligados a evaluar si, en serio, construyen una alianza o se inclinan por caminar hacia el 2024 de manera independiente. Si no actúan rápido, dejarán que Morena monopolice por meses la cobertura de medios y la conversación política alrededor de su proceso y sus encuestas.

5. El declive presidencial

La contienda en Morena marcará el inicio del cierre del sexenio. El presidente ya no podrá contener la abierta manifestación de simpatías hacia sus colaboradores y vendrá un proceso de transferencia de lealtades dentro su equipo cercano. Las propuestas sobre qué mejorar en el próximo gobierno tendrán implícitas críticas veladas hacia lo que López Obrador ha hecho mal o dejado de hacer.

Hasta el momento, el presidente has sido exitoso en contener las pasiones de su equipo, pero cuando el dique se rompa le será más complicado encauzar el agua, con la presión controlada, hacia la milpa correcta. Su mayor preocupación será que los destrozos del proceso interno no dejen víctimas y ahogados y que las posibles heridas cierren rápido ya que, como van las cosas, la única posibilidad de que Morena pierda la elección presidencial es llevando a cabo un proceso que lo divida y debilite.

*Nota del editor: Antonio Ocaranza Fernández es CEO de OCA Reputación. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.