Por Redacción
Roberto Abe Camil
La memoria histórica del Reino Unido, da cuenta de un sólido y orgulloso pasado militar, los británicos han labrado su identidad y característica flema en los campos de batalla, un legado que parte desde los combates con las legiones romanas, a los sajones repeliendo las incursiones vikingas, de ahí a Guillermo el Conquistador venciendo en Hastings a los anglosajones en 1066 e iniciando una nueva era. Posteriormente los ingleses se enfrentaron a los propios escoceses e irlandeses, incluso hasta hace no mucho Irlanda del Norte era un destino peligroso para cualquier soldado británico.
Con la Edad Media, brotaron interminables enfrentamientos con Francia y el surgimiento del Imperio Español supuso un nuevo rival en tierra y mar para los experimentados guerreros británicos, años después en 1762, los británicos ocuparon por once meses La Habana lo cual supuso un duro golpe a España, quien al final zanjó el asunto negociando el canje de parte de la Florida para recuperar su principal puerto en las Antillas. Sin embargo, la Gran Bretaña fue pavimentando el camino para construir un orgulloso y poderoso imperio que para 1900 era el primero del mundo y abarcaba un tercio del territorio del planeta.
Fueron diversos los factores que abonaron a ello, por mencionar algunos podemos destacar la estabilidad interna de las islas, la última vez que británicos pelearon entre si fue durante su guerra civil entre 1642 y 1651, por supuesto la legendaria flota que les permitió comerciar y combatir en cualquier punto del globo y unas magníficas fuerzas armadas que hoy por hoy constituyen uno de los pilares más firmes del orgullo y la tradición británica.
Al día de hoy las fuerzas armadas británicas se cuentan entre las mejores del planeta, su legado les ha llevado entre muchas contiendas a vencer a Francia en Quebec, a España en Trafalgar, a Napoleón en Waterloo, a Rusia en Crimea, a Alemania en la Primera Guerra Mundial, y hace cuatro decadas a Argentina en las Islas Malvinas, donde se libró a fines de mayo de 1982, la Batalla de “Goose Green” conocida como Pradera del Ganso por los argentinos. Ahí unos 600 hombres del 2° Batallón del Regimiento de Paracaidistas derrotaron a una fuerza argentina del doble de efectivos atrincherada con ametralladoras pesadas MAG, eso da cuenta de la calidad del adiestramiento británico.
Pero no todo han sido laureles, las derrotas también los han acompañado en hechos como la perdida de sus trece colonias en Norteamérica o el desastre de Gallipoli frente a los fieros otomanos en la Primera Guerra Mundial. A esto se añade la prueba más dura en su milenaria historia: la Segunda Guerra Mundial y la amenaza de la Alemania Nazi, aquí es donde surge la figura de uno de los británicos más formidables de todos los tiempos, Sir Winston Churchill.
Churchill fue un patriota determinado, no se conformó con su origen noble y aristócrata en una monarquía, sino que abonó a su enorme personalidad con distintas facetas, como soldado, periodista, escritor, bon vivant, historiador, premio nobel, político, estadista y artista plástico. Sin restar mérito al pueblo británico que supo estar a la altura de las circunstancias en la dura prueba que supuso la agresión nazi, sin duda alguna Churchill, fue el artífice de la victoria británica y de que el pabellón británico, el colorido “Union Jack” ondeara en Berlín en 1945.
La Primera Guerra Mundial fue una experiencia dramática para las familias británicas, el imperio perdió 960,000 hombres y otros dos millones fueron heridos. Al finalizar la guerra y a pesar de la victoria, los británicos no querían que sus hijos marcharan de nuevo al campo de batalla. Este sentimiento subsistió cuando surgió la Alemania Nazi, a lo anterior se añadió la postura débil y derrotista del Primer Ministro Neville Chamberlain que bajo un pacifismo mal aplicado, prácticamente cedió en todo a los nazis.
Esto tomó por sorpresa a los británicos cuando Hitler atacó en septiembre de 1939, al año siguiente en mayo, los nazis en pocas semanas arrasaron a Francia y Reino Unido, los británicos perdieron su equipo y armamento, a duras penas lograron regresar a su isla, tal era su estado que al ejército se le llamo “broomstick army” ejército de palos de escoba. Hitler entonces amenazó con invadir la Gran Bretaña y bombardeó con furia Londres y las principales ciudades para doblegar a los británicos.
Entonces Churchill emerge como primer ministro, encarnando el espíritu del león británico y pronunciado el 4 de junio de 1940 su vibrante discurso ante el parlamento británico:” Pelearemos en las playas, en los campos de aterrizaje, en los campos y en las calles, en las colinas, ¡nunca nos rendiremos!” y en efecto nunca se rindieron, combatieron en su espacio aéreo, en África, Asia y Europa hasta alcanzar la victoria en mayo de 1945.
En noviembre de 1942, el Mariscal Bernard Montgomery venció al legendario Erwin Rommel, el zorro del desierto y a su “Afrika Korps” en la segunda batalla de El Alamein en Egipto, Churchill escribió más tarde al respecto: “Antes de El Alamein nunca tuvimos una victoria, después de El Alamein nunca tuvimos una derrota.”
Esta frase lo resume todo, y aunque afortunadamente la historia tuvo un final feliz para el Reino Unido, queda para la historia el discurso y la arenga de Churchill al parlamento el 4 de junio de 1940, el cual constituye no solo una página de orgullo para los británicos sino un ejemplo de determinación y coraje universal para cualquier nación o pueblo que atraviese horas obscuras y dificultades que pueden parecer insalvables.
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