En su columna, Verónica Malo expone la estrategia de AMLO para imponer su voluntad y destaca que solo la participación ciudadana puede frenarla
Por Verónica Malo Guzmán
“… ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’ es una novela de Ken Kesey publicada en 1962. Ambientada en un hospital psiquiátrico de Oregón, la narración sirve como un estudio de los procesos institucionales y la mente humana, incluida una crítica de la psiquiatría y un tributo al individualismo. Se adaptó a la obra de Broadway (y más tarde fuera de Broadway) ‘One Flew Over the Cuckoo’s Nest’ de Dale Wasserman en 1963. Bo Goldman también adaptó la novela a una película de 1975 del mismo nombre (‘Atrapado sin salida’ se anunciaba en cartelera) dirigida por Miloš Forman, que ganó cinco premios de la Academia.”
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“Los cucos son aves insectívoras que se alimentan principalmente de orugas. Los cucos comunes practican el parasitismo de puesta. Las hembras de cuco ponen sus huevos en los nidos de otras especies de aves, aprovechando la ausencia de sus dueños. Las hembras de cuco ponen huevos de diversos patrones de color, y suelen elegir ponerlos en los nidos de la especie de pájaro cuyo patrón de color mimetizan mejor, que suele ser donde ellas mismas se criaron, lo que divide a la población de hembras de cuco en grupos denominados ‘gentes’.”
WIKIPEDIA
Poco o nada queda del discurso de la honestidad valiente (del fondo mejor ni hablamos). A AMLO ya ni siquiera le interesa aparentar honradez. Para sustentar lo que aquí digo no tenemos que ir muy lejos, basta la mañanera de ayer. El señor informó que en su última declaración patrimonial no reportó las ganancias de su libro “A la mitad del camino” ya que dichos recursos fueron cobrados por su esposa, la señora Beatriz Gutiérrez Müller. Algo así como lo relatado en el libro “El rey del cash”; otra persona actúa de su prestanombres. Ella cobra y factura para que el inquilino de Palacio Nacional no declare ingresos y aparente una austeridad personal que no es tal. El SAT y hasta la SCJN tendrán que explicar si eso es correcto o no. Total, es su mundo de ‘los otros datos’ con el que embauca a medio mundo.
Poco o nada queda de la creatividad que les imprimía a sus peroratas divisorias. Ahora el tabasqueño usa hasta el mismo guion de Gustavo Petro, presidente de Colombia, para denunciar un supuesto golpe de Estado “blando” dado a su gobierno en razón de las resoluciones a las que ha arribado recientemente el Poder Judicial. La única diferencia es que Petro dijo “blando” y López Obrador usó la palabra “técnico”.
Poco o nada deja a la ley y al juego democrático el autoritario que tenemos de presidente. Quiere imponer su voluntad, y el esbozo de su estrategia ya se comprende plenamente. Es imprescindible que todos la conozcan pues solo la participación ciudadana puede frenarla. ES LO ÚNICO, menester subrayarlo.
De desacato en desacato
Así piensa irse el titular del Ejecutivo a partir de ahora y mientras exista una Suprema Corte. Haciendo caso omiso a lo resuelto por el tribunal constitucional (ya no se diga cualquier otro juzgado). Va un ejemplo: el mandatario finge desconocimiento y luego niega la notificación judicial de suspensión definitiva para la distribución de los libros de texto gratuitos (esto, hasta que cumplan con los requisitos marcados en la propia Ley General de Educación).
Va otro: en el “mundo ideal” de la opacidad de Palacio Nacional, el inquilino no ofrece ninguna señal al Senado —ni una sola— para que nombren ya a los comisarios faltantes del INAI o al respecto de borrar todo registro oficial de las mañaneras donde el gobernante ha invitado al voto. Dijo que sí lo haría, pero luego dijo no acordarse de lo dicho. Más tarde —ese mismo día, ayer— volvió a llamar al voto en favor de Morena.
Es oficial: al presidente de la República no le interesa cumplir con la ley ni gobernar dentro de un sistema de pesos y contrapesos. Punto.
Disolver la Corte
No por la vía constitucional como ocurrió el 1 de enero de 1995. Nada de eso. Bajo este régimen lo intentará —ya lo intenta— con una de dos mañosas formas (o las dos): (1) denunciar, sin sustento real, que es el Poder Judicial el que le quiere asestarle un golpe para con ello él justificar hacerle eso precisamente al máximo tribunal; (2) impulsar la idea de la consulta popular para determinar que los ministros de la SCJN sean electos por voto popular a sabiendas de que ese no es tema permitido bajo el mecanismo de consulta popular (ya dijimos que al Ejecutivo federal la norma constitucional le tiene sin cuidado).
Mientras tanto, su gobierno —y el gobierno de la CDMX que tiene de comparsa— protege y alienta a manifestantes que se instalan a las afueras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación con el fin de violentar y amenazar a los ministros e impedir que las actividades judiciales se lleven a cabo con normalidad. Sí, el primer mandatario mostrándose como todo el agitador que fue, es y nunca dejará de ser; azuzando a sus simpatizantes a que estén plantados frente a la Corte, forzando a mantener la puerta principal del recinto cerrada (para que él no sufra; lo mismo tiene cercado Palacio Nacional con militares, policías, alambradas y una barda antibalas de acero).
Golpe de Estado
Todo listo. Lanzada está su campaña: la descalificación a los ministros del tribunal constitucional, la iniciativa de elección popular de los constitucionalistas, la andanada morenista en el Congreso de la Unión afanándose en redactar una ley inconstitucional adicional, el asedio al inmueble de la Suprema Corte. Saturar a los ministros de trabajo, exigirles prontitud para luego lloriquear cuando le frenan o le ponen un alto.
Se suma el componente de ilegalidad retratado a todo color desde los discursos de odio que no solo no condena, sino que alienta (incluyendo los ataúdes llevados por Cuitláhuac García, gobernador de Veracruz, las amenazas de muerte en contra de la ministra Norma Piña y de otros ministros y el constante golpeteo desde la palestra matutina que busca amedrentar e intimidarlos).
Nunca más claro: las iniciativas populistas de la 4t, el discurso demagógico, los múltiples frentes abiertos intencionalmente, la eterna cantaleta de ser la víctima, exigiendo más y mayor concentración de poder en su persona; incluyendo el sometimiento y por ende la cancelación de la autonomía e independencia del Poder Judicial. Todo, el anuncio de lo que busca: imponerse haciendo uso de lo que sea.
Y no, no se esperará al 2024, constitucionalmente y por vía de la mayoría. Tampoco a través de corcholata interpósita. El Ejecutivo busca deshacerse de un último obstáculo para instaurar un régimen plenamente autoritario, donde el único gobernante sea él con el apoyo de las Fuerzas Armadas. Lo intenta hacer de forma ilegal, a la mala.
AMLO cruzó el umbral; ya avisó. Quien no lo vea es que no quiere verlo; quien no proteste se estará sumando a ello. Y tristemente serán la mayoría…
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