Semanario El Pionero

Expresión de Mexicali y su Valle

AMLO no se va a ir el 2024

López Obrador, así como no respeta la Constitución ni las leyes que de ella emanan, tal y como lo dijo en su ya legendaria frase para la posteridad “a mí no me vengan con que la ley es la ley”, así igual no va a cumplir con retirarse de la política y del poder al concluir su cargo como presidente de la república, el último día de septiembre de 2024

El presidente López Obrador no se va a ir en el 2024 ni va a reconocer ningún resultado electoral que no sea el triunfo de su partido.

Para entender a López Obrador hay que leerlo exactamente al revés de lo que dice.

Así ha sido toda su vida.

Desde que era líder y agitador social en Tabasco, siendo del PRI, partido del que fue dirigente y al que hasta un himno le compuso en ese estado.

En el 2004 cuando era jefe de gobierno del entonces Distrito Federal y que el ambiente por la sucesión presidencial del 2006 ya estaba muy caliente, AMLO se cansó de decir y repetir que él no buscaría ser candidato a la presidencia por su partido, en ese tiempo el PRD.

Así lo dijo en foros, entrevistas y en cuanto evento se lo preguntaron: “a mi denme por muerto para el 2006”, manifestaba una y otra vez y en cada ocasión que le tocaban el tema.

Y el “denme por muerto” fue candidato presidencial en el 2006, cuando la peleó contra Felipe Calderón Hinojosa del PAN y la perdió, pero alegó y alegó fraude y se aferró insistiendo en ello sin aportar nunca ninguna prueba.

Y en su obsesión por ser presidente y no reconocer su derrota, fue que hizo aquella calificada como parodia en la que se auto declaró “presidente legítimo de México”, se colocó una banda presidencial en el pecho, hizo una ceremonia de “toma de posesión” y también nombró un gabinete.

Luego, seis años más tarde, en el 2012 volvió a ser candidato pasando por encima del propio Marcelo Ebrard, que era a quien realmente le correspondía, pues así se había previamente acordado y negociado, pero López Obrador se desdijo y no cumplió ese acuerdo para imponerse de nuevo como candidato presidencial.

Poco después de ello, Marcelo Ebrard sumamente molesto se alejó y se auto exilió en Paris todo ese tiempo.

En esa elección presidencial del 2012 López Obrador volvió a perder la contienda, esta vez frente a Enrique Peña Nieto del PRI.

Y luego en el 2018 López Obrador volvió a ser de nuevo candidato presidencial, donde ya por el hartazgo mayoritario que había entre la gente respecto a los gobiernos del PRI y del PAN, finalmente ganó la presidencia de la república.

Pero sus cercanos afirman que el plan en su lucha por el poder lo inició desde el año 1997 cuando con Cuauhtémoc Cárdenas, el PRD ganó por primera vez la jefatura de gobierno del DF, ahora llamado gobierno de la CDMX.

Revisando su propia historia AMLO hace siempre lo contrario de lo que dice.

Así fue cuando prometió firmemente a los empresarios -ya siendo presidente electo en el 2018- que no iba a clausurar la magna obra del aeropuerto de Texcoco y que continuaría su construcción, la cual al término del gobierno de Peña Nieto estaba en casi un 70 por ciento de avance. 

Pese a ello, llegando al poder en diciembre del 2018, AMLO lo primero que hizo fue todo lo contrario y ordenó clausurar la obra de ese que estaba destinado a ser el aeropuerto más grande, moderno y funcional de América Latina, y para ello no importaron las enormes sumas de cientos de miles de millones de pesos que se tuvieron que pagar a las compañías constructoras por la cancelación de los contratos de obra.

En su lugar se construyó y a las carreras, un aeropuerto de menor calidad, capacidad y presencia, que a la fecha no tiene vuelos ni aviones, pues las naves de las grandes compañías internacionales no pueden llegar ahí, en virtud de que las calificadoras mundiales en materia de aeronáutica no lo han certificado como un aeropuerto seguro y viable.

Por todo ello no es de extrañarse que López Obrador para la elección del 2024 no cumpla eso que ha dicho y ha reiterado de que “terminando mi gobierno me voy a retirar a Palenque”, lugar del sureste mexicano donde tiene su rancho, bautizado por él mismo como “Rancho la Chingada”.

Entonces se puede inferir que López Obrador, así como no respeta la Constitución ni las leyes que de ella emanan, tal y como lo dijo en su ya legendaria frase para la posteridad “a mí no me vengan con que la ley es la ley”, así igual no va a cumplir con retirarse de la política y del poder al concluir su cargo como presidente de la república, el último día de septiembre de 2024.

Por lo mismo tampoco va a respetar los resultados de la elección del 2024 si no le son favorables a su partido.

Eso está más que claro.

El año pasado, justamente el miércoles 23 de marzo de 2022, en una de sus soporíficas y casi opiáceas conferencias mañaneras dijo: 

“lo mejor de esto es lo peor que se va a poner” …

Como dando a entender lo que venía en materia política.

Fue una especie de proyección de su propio subconsciente.

Pero en corto y también en público ha dejado en claro que para retener el poder va a “hacer lo que tenga que hacer” …

Esto es; que va a hacer uso de todos los recursos disponibles para retener el poder y darle continuidad política a su proyecto transexenal de gobierno.

Y en cuanto a recursos, se entiende que los que son legales y también los extra legales.

Pero: ¿y si AMLO lo que realmente quiere es reelegirse modificando la Constitución, ya sea para una reelección abierta o para una ampliación de su mandato?

De ser así estaría muy complicado, pues el partido morena no cuenta con los votos suficientes en el congreso federal para una reforma de esa magnitud.

Sin embargo, sí cuentan con los instrumentos necesarios para buscar presionar a los diputados opositores a base de investigaciones para hacerlos que voten una iniciativa a su favor, como así ha sucedido ya en ocasiones anteriores, o en el mejor de los casos, como ha sido frecuente; esto es, convencerlos a base de billetazos.

En otro escenario y parafraseando lo que dijo de que “lo mejor de esto es lo peor que se va a poner”, AMLO bien podría sacar su verdadero as bajo la manga en la sucesión presidencial, imponiendo de último momento a quien es su verdadero candidato: 

Es decir; a su hijo Andrés Manuel López Beltrán, a quien en los círculos del poder se le conoce como “Andy”, el único en quien el presidente confía y el único también a quien escucha y atiende, considerado por muchos como el verdadero poder tras el trono, arquitecto y operador de muchas de las más importantes decisiones en materia de gobierno y en el propio partido morena.

Pero igualmente hay quienes ven en esta misma situación a la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Muller; una mujer inteligente y con alto grado de estudios, de quien se dice es también la mano que mece la cuna en muchas de las más importantes y trascendentales decisiones políticas y en el gobierno del presidente López Obrador.

Y esta hipótesis se sustenta en que AMLO no cumple lo que dice y hace exactamente todo lo contrario.

Las “corcholatas presidenciales” que él mismo y con año y medio de anticipación destapó, pudieran ser la cortina de humo para esconder sus verdaderas intenciones:

“Estos que se ven son los que no van a ser”, bien pudiera ser el mensaje subliminal.

En fin.

Por donde se le vea, AMLO no cumple lo que dice y al día siguiente se puede desdecir de lo dicho el día anterior, en la semana pasada o en años atrás.

Ahí está todo un registro de videos y testimonios de entrevistas y declaraciones que lo retratan de cuerpo entero en ese sentido.

Así es que no sería nada extraño si cualquier día sale con que siempre sí, porque “la gente así me lo ha pedido y el pueblo manda” …

Solo que, como ha sido más que evidente a lo largo de todo lo que va del gobierno de López Obrador: 

“El pueblo” es él…