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Ya es cuarto para las doce

Por Armando Ríos Ruiz 

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Ya es cuarto para las doce y la oposición continúa ensimismada en sus elucubraciones para contender este año en las elecciones de los gobiernos del Estado de México y Coahuila y el próximo, en los comicios para elegir Presidente de la República, sin definirse del todo y sin dar aún a conocer lo que piensa hacer en ambos casos. ¿Qué espera? Con esa actitud de abstracción, más parece cooperar con el enemigo, que ya está en campaña desde hace buen tiempo.

Los politólogos y los mexicanos en general, se hacen muchas preguntas en torno a las contiendas que se aproximan y principalmente, alrededor de lo que hacen los llamados adversarios del partido en el poder, porque, como se dice popularmente, no dan color y han dejado toda la cancha a los que desde hace cuatro años se placean en pos del reconocimiento de los votantes.

Desde que inició la actual administración, el Presidente ha permanecido en campaña, con un olvido total de México, abandonado a su suerte y con el prurito, de pisotear la ley. De anunciar desde su tribuna sólo noticias desagradables. De anunciarse como el mejor presidente del mundo, cuando en diferentes países ya le otorgan el deshonroso galardón del peor dictador del orbe.

Sus favoritos para sucederlo, igual han desdeñado las leyes para hacer campañas adelantadas. Sin importar los cargos que ostentan, se ausentan de ellos para ofrecer una visión desagradable de su presencia, ante miles de acarreados y delirantes gracias a las dádivas bimensuales, dejándose abanicar por los gritos de ¡presidente! ¡Presidente! Que acarician internamente, ante la visión que les provoca el sueño de verse ungidos por la banda presidencial.

Aun así, la oposición no ha sabido aprovechar las debilidades de los morenos. Más bien parecen esperar que la gente se dé cuenta por inercia, de que los militantes del partido en el poder son pésimos. No ocurrirá jamás. Los ciudadanos humildes que reciben dinero no ven más allá.

Conozco ancianos de más de 90 años que agradecen con todo su corazón lo que reciben y que ven al Presidente como al santo que, sin duda, se irá al cielo. Creen que el dinero que reciben lo extrae de su bolsa para darlo generosamente. Me lo han comentado.

Es una convicción tan fuerte y arraigada en lo más hondo de sus sentimientos, que hasta ofrece una ternura descomunal, capaz de hacer llorar. No hay manera de decir a estas personas que es una forma de comprar su conciencia. Que su visión de las cosas es equivocada.

Se sentirían insultadas. Morirán con ella y, aun así, su agradecimiento podría flotar sobre su tumba.

Ya es cuarto para las doce y es hora de que la oposición no encuentra al personaje idóneo, capaz de iniciar, con el tiempo encima, la estrategia que lo imponga sobre los otros, con ideas convincentes que provengan del estudio concienzudo sobre las carencias de México, que son muchas y que han crecido este sexenio, gracias a los múltiples desatinos de su conductor. Preguntamos: ¿quién será el que tenga esa capacidad, frente a una lista de visiblemente incapaces de Morena, que sólo van de tropiezo en tropiezo?

Y a esa incapacidad de los morenos, había que agregarle la ausencia total de presencia, de inteligencia, de preparación y de ideas, que no sean éstas, las mismas de su mentor en la Presidencia. ¿No hay mejores hombres? ¡Claro que sí! Pero buscan peras en el olmo, con divagaciones que señalan al hijo de Colosio, sólo porque es hijo de Colosio y que, a pesar de serlo, nada ha mostrado que lo compare. O Como Mauricio Vila, gobernador de Yucatán que ya dijo que quiere ser el número uno en México. Todos quieren. En ese caso. Pero no es sólo querer. Estas personas reaccionan así, porque los hacen creer.

El más experimentado que he visto en los medios, es Santiago Creel. Si ya hay una decisión firme sobre su figura, ¿por qué no iniciar una estrategia que comience a publicitarlo? ¿O sólo Morena tiene ese derecho? Y si existe otro, ¿por qué no exhibirlo, con la finalidad de ver la reacción de los que a final de cuentas, serán los verdaderos electores?

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