Eternamente
Por Gladys Villalobos*
“El muerto a la sepultura y el vivo a la travesura”, “De muertos y tragones están llenos los panteones”, “El muerto al pozo y el vivo al gozo”, frases populares del dominio público que reinan en nuestro país con motivo del tradicional Día de Muertos. Privilegia el recuerdo sobre el olvido, donde el humor se torna un bálsamo para la perdida ¿Qué sería de nuestra vida sin el sentido del humor?
El Día de Muertos implica el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos. Regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con sus familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que les ofrecemos en el altar en su honor. El altar de muertos, una reconfortante tradición mexicana llena de símbolos.
En nuestro país, la muerte no significa una ausencia sino una presencia viva que se materializa a través del tradicional altar de muertos. A la muerte los mexicanos le hablamos, le escribimos poemas, le cantamos canciones, la pintamos, la bordamos, le hacemos su pan; nos personificamos, hombres y mujeres, en algún momento de nuestra vida aspirando tener el porte de una Catrina. Hay quien se tatúa la muerte y quien la lleva colgada en su espejo retrovisor. Los mexicanos veneramos, la respetamos y, sobre todo, la celebramos.
“Las personas cuando viven con miedo al fallecimiento se petrifican, muriendo antes de tiempo” palabras del psiquiatra Carl Gustav Jung quien reflexionaba acerca de la muerte. “Ante la muerte, la vida se comporta como si continuara” y así es. El tiempo no se detiene y la vida tampoco. Nos invita a vivir con pasión y entrega cada día, con voluntad para disfrutar el presente.
Por otro lado, hablar de la muerte puede ser tan complejo como hablar de política o de religión. Nuestra percepción difiere de nuestro entorno, educación, evolución, de nuestra fe y de nuestra propia historia. Lo que puedo decir por experiencia propia, es que aceptar y dejar ir en paz a nuestro ser querido es un gesto de amor incondicional y de humildad.
El ritmo acelerado de la vida se detiene por un par de días, por unas horas, por un instante. En muchos hogares no pasa desapercibida esta fecha: con un altar, unas flores, con una comida, con una conversación, un mensaje, un recuerdo. Esperamos con la tranquilidad del amor infinito que ese Ser que habita el Mictlán inicie su viaje hacia nosotros y a través de una señal nos haga saber que ha llegado a nuestro hogar, porque en nuestro corazón vive eternamente ¡Celebremos a nuestros muertos, honrando la vida!»
“Lo Extraordinario de lo Cotidiano”, un espacio donde cada día es un motivo. A ti que me lees, valoro tu tiempo.
*Cachanilla de nacimiento, comunicóloga de profesión, amante del cuerpo por vocación. Crecí análoga, me convertí digital. Asesora en Comunicación, Redactora de Contenidos, Fotógrafa. Mi sitio: gladysvillalobos.wordpress.com/
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