Volver
Por Gladys Villalobos*
“Se ha vuelto terriblemente obvio que nuestra tecnología ha superado nuestra humanidad”. Albert Einstein, físico alemán que falleció en 1955 ¿Qué diría hoy?
Después de 30 meses, volví a utilizar el servicio de metro de la Ciudad de México. La vez anterior fue en marzo de 2019, justo cuando se declaró oficial la pandemia por COVID 19 en México. Se qué a lo largo de todos estos meses, hay personas que ni uno solo día han dejado de usarlo. En mi caso he tenido la fortuna de estar algunos meses fuera de la ciudad, en Mexicali, la ciudad donde nací, sumado a que tenemos un auto y que muchas de mis actividades cotidianas las llevo a cabo a pie. Todas ellas las realizo en lugares cercanos a nuestra casa.
Usar el transporte público me resulta amable, cómodo y práctico. En ocasiones es mi primera elección, antes de pensar en un taxi. Se como trasladarme y me siento con la confianza para ello. Disfruto el viaje, me gusta observar, observarme. Tantas personas desconocidas y tan afines a la vez. Todos distintos y a la vez juntos, con un mismo objetivo: trasladarnos, movernos, llegar, huir, un encuentro, un sueño que alcanzar, un festejo que espera. Tantas razones diferentes y con seguridad coincidimos en el con más de una persona.
Volver, ese momento me genero cierta emoción. Me sentía contenta. De alguna forma me representaba, que la sombra fatídica e incierta que genero la pandemia se ha difuminado. Volver a actividades que había dejado y que disfruto. Moverme libremente. El movimiento me representa vida.
Desempolvar la tarjeta de acceso al servicio que duro guardada todo este tiempo. Ingresar y empezar a llenar los sentidos de lo conocido y habitual: el ruido de las máquinas, los vendedores haciendo su labor, el cambio de clima entre el exterior y la calidez que se genera por tantos humanos concentrados en un solo lugar. Los diversos aromas: pan, papas fritas, pinol, aromatizante concentrado, humano perfumado, humano, perfume floral.
Ingreso al vagón. Me quedo de pie. Observo rostros. Ojos. Aún veo muchos cubrebocas, puestos y los puestos de forma creativa. Observo a mi alrededor. Como si intentara reconocer a alguien entre la multitud. Hago un par de contactos visuales seguidos de una sonrisa, de esas que aprendimos a detectar después de dos años con cubrebocas. Muchos no me ven, ni detectan mi emoción, ni importa mi regreso al metro. No ven a nadie, su mirada y atención esta puesta en su celular.
¿Qué hay en los celulares de las otras personas que no hay en el mío? Un día escuche que la medida de asirnos de algo o alguien es proporcional a nuestra necesidad, vació o soledad ¿será eso lo que sucede? La consecuencia de la tecnología en el desarrollo humano es un tema que tiene mi atención y retomare en otro momento.
“Lo Extraordinario de lo Cotidiano”, un espacio donde cada día es un motivo. A ti que me lees, valoro tu tiempo.
*Cachanilla de nacimiento, comunicóloga de profesión, amante del cuerpo por vocación. Crecí análoga, me convertí digital. Asesora en Comunicación, Redactora de Contenidos, Fotógrafa. Mi sitio: gladysvillalobos.wordpress.com/
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