Agua, escudo para demagogia
Por César Villalobos López
Con motivo de la sequia que se presenta a nivel mundial y específicamente en la cuenca del rio Colorado, de cuya agua dependen alrededor de 40 millones de usuarios en los Estados Unidos y México, el tema del agua es caldo de cultivo para la demagogia.
En el valle de Mexicali, grandes deudores en cartera vencida que insisten en el borrón y cuenta nueva, supuestos lideres de agrupaciones sin membresía y sus jilgueros, al igual que aquellos que a toda costa buscan significación para llamar la atención de funcionarios, incluyendo legisladores, arremeten contra todo, pretextando la defensa del agua.
Curiosamente, en un análisis de cada uno de los participantes, en especial aquellos que presumen influencia o atención de funcionarios estatales, porque esto son les conocen sus verdaderos propósitos, le echan gasolina a la hoguera, pero simulan inocencia.
Estos aparecen arengando a los participantes para protestar por el agua, en un foro que no corresponde, e ignorando que el estado, poco o nada puede hacer, porque los recortes, además de obedecer a una situación de la naturaleza, fuera del control del hombre, se sustenta en un acuerdo binacional, con la idea de aminorar el impacto negativo en los usuarios de los dos países.
Si bien es cierto que las autoridades estatales y municipales solo emiten declaraciones, sin participar en alguna acción concreta para impulsar la educación en el ahorro del vital líquido, algunos que son usuarios, pero no siembran, tienen la osadía de opinar sobre el uso del agua agrícola, y esos promotores de la inconformidad solo pretender llevar agua a su molino.
Lamentablemente, en todo este tipo de manifestaciones siempre esta el ingrediente de interés político y la conservación de votos y los funcionarios acceden a prestar instalaciones, reconociendo como cabezas de grupos a quienes son lobos esteparios, representándose solo a ellos.
Ah, pero cuando llegan a leer algo que les venga -como a López Obrador- “como anillo al dedo”, de inmediato “se ponen el saco” y se preguntan, ¿por qué la animadversión?, cuando no hay tal, pero es que esas personas consideran que nadie se da cuenta de sus pretensiones para estar en el escaparate público, seguramente llegando a pensar que son únicos dueños de la verdad.
Sin embargo, estas personas no se han cuenta de que, una buena mayoría de quienes les conocen toda su trayectoria, les identifica plenamente porque les han visto cómo van de funcionario en funcionario, de planteamiento en planteamiento y según ellos, siempre tienen la razón y hasta se consideran víctimas.
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