Doña Rosario y ‘Rafael’
Por José Antonio
Aspiros Villagómez
Doña María del Rosario Ibarra de la Garza, más conocida como Rosario Ibarra de Piedra, falleció este 16 de abril a los 95 años en Monterrey, Nuevo León.
Dedicó cerca de medio siglo a la causa de los derechos humanos y particularmente a la búsqueda de su hijo Jesús Piedra Ibarra, desaparecido por la policía política durante la “guerra sucia” emprendida contra los grupos guerrilleros.
Ocupó cargos legislativos, fue candidata presidencial, simpatizó con el Frente Zapatista de Liberación Nacional, recibió la Medalla Belisario Domínguez y fundó el Comité ¡Eureka! dedicado a la defensa de presos, perseguidos, desaparecidos y exiliados políticos.
Su hija Rosario Piedra Ibarra asumió en noviembre de 2019 la presidencia de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos al cabo de un zafarrancho en el Senado de la República provocado por legisladores del Partido Acción Nacional, inconformes con la votación que hubo para elegirla.
En cambio, dos décadas atrás otro panista, en este caso Vicente Fox durante un debate entre candidatos presidenciales, había reconocido la lucha de Rosario Ibarra para resolver los casos de desaparecidos políticos, y luego como gobernante creó una fiscalía especializada en esa tarea, que no dio los resultados prometidos.
Otros hijos de doña Rosario fueron Claudia, Carlos y Jesús, este último al que buscó sin resultados desde que fue detenido en 1975, y quien dos años antes había salido del domicilio familiar en el automóvil de su padre, el doctor Jesús Piedra Rosales, y no volvieron a verlo, sólo recibieron después una carta suya (enero de 1974) donde avisaba a sus padres que estaba vivo.
Entre 1973 y 1975, Jesús había dejado sus estudios de medicina en la Universidad Autónoma de Nuevo León para incorporarse al Comité Estudiantil Revolucionario y con el seudónimo de ‘Rafael’ a la Liga Comunista 23 de Septiembre, acusada de asaltos a bancos, muertes de policías y el asesinato del empresario Eugenio Garza Sada, como parte de la lucha guerrillera.
En 1973 la Guardia Blanca, un ilegal escuadrón de la muerte de la temible Dirección Federal de Seguridad (DFS) encabezada por Miguel Nazar Haro, allanó la casa del matrimonio Piedra Ibarra, que fue detenido sin orden judicial, y al año siguiente don Jesús fue secuestrado otra vez y torturado para que revelara el paradero de su hijo.
‘Rafael’ fue detenido el 19 de abril de 1975 en Monterrey, se le trasladó a dos prisiones y finalmente al Campo Militar Número 1; desde entonces no se sabe nada de él. Cuando murió Nazar Haro en 2012, doña Rosario comentó que “se fue, y lo único que duele es que se haya ido sin decir nada, sin hablar, que no se le hizo un interrogatorio, que no dijo nada de los desaparecidos que pasaron por sus manos en la Dirección Federal de Seguridad” (Milenio, 28-I-12).
Técnicamente, Jesús Piedra Ibarra está vivo. Nadie ha probado lo contrario. En mayo de 1980, el periódico neoleonés El Norte publicó que “varios fisonomistas” habían encontrado gran parecido suyo con el Comandante 1, jefe de los guerrilleros colombianos del grupo M-19, luego de comparar las fotos de ambos.
El Norte agregó que a finales de abril de ese año, cuando llegaron a La Habana los colombianos que habían secuestrado a diplomáticos en la embajada dominicana en Bogotá, su artista Leonel García, experto en retratos hablados para investigaciones policíacas, “traslado los anteojos y la gorra de la foto del Comandante Uno a una cara de archivo de Piedra Ibarra” y dijo que “el parecido es extraordinario”.
En otra ocasión (13-X-2005), llegó al correo electrónico de este tecleador un extenso mensaje enviado por Antonio Joel Rojo Hernández, quien retomó la versión de los fisonomistas y sugirió que ‘Rafael’ estaría vivo en Cuba, a donde su madre lo visitaba. Pero como Rojo Hernández habría sido ejecutado el 17 de enero de 1974 por instrucciones de Jesús Piedra, alguien escribió esa historia y la firmó con su nombre.
Según esta versión, que fue enviada también a otros destinatarios, entre ellos el político priista Enrique Jackson Ramírez, y que nadie desmintió ni comentó, el hijo de doña Rosario se habría convertido, tras ser detenido, en una suerte de precursor de lo que hoy se conoce como testigo protegido.
“Fui eliminado -dice el supuesto Rojo Hernández en este mensaje- porque alguno de mis compañeros sugirió que yo era un soplón, o simplemente un riesgo, los demás estuvieron de acuerdo, y ‘Rafael’ decidió que no podían correr ningún riesgo. Después de todo, la lucha por el proletariado era más importante que las personas, como después se lo diría el propio ‘Rafael’ a X, entonces novio y después esposo de su hermana Rosario…”.
“Y la ironía -señala en otra parte del texto- es que mi muerte no sólo fue injusta sino contraproducente, porque al investigar en mi casa (…) la policía encontró evidencias que les permitieron identificar a toda la organización del Frente Estudiantil Revolucionario, y que eventualmente conducirían a la captura de todos ellos”.
Se trate de posibilidades reales o de fantasías, calumnias o noticias falsas, doña Rosario Ibarra de Piedra siempre se mostró firme y congruente con su lucha, tuvo la simpatía y credibilidad de la sociedad y el reconocimiento de las autoridades, así como una imagen internacional, y de esa manera será recordada y recibirá los homenajes que ya se le preparan.
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