Por Antonio Magaña.
Dicen que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.
Una buena intención del presidente Luis Echeverría fue construir una normal en el desierto peninsular que nunca funcionó.
Otra buena intención, más reciente, fue construir un campus de la UABC en Valle de las Palmas que funciona a medias.
Los hubieran no existen, pero otro sería el destino de esas instalaciones, y el de la ciudad de Tecate, si la UABC hubiera construido ese campus en ese municipio.
Construir 140 sedes para las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García es otra buena intención.
Con ellas se pretende “contribuir al bienestar social e igualdad de los jóvenes que viven en municipios de alta marginación, ofreciendo servicios educativos gratuitos” y una beca de 2 mil 400 pesos al mes.
La idea es que al final del sexenio ingresen a las Benito Juárez 300 mil alumnos.
Actualmente hay inscritos 28 mil alumnos y, 50 de ellas, tienen menos de 100 alumnos.
En San Quintín se construyó una de esas Universidades, que ofrece la carrera de acuicultura, a la que asisten 33 alumnos atendidos por 3 maestros.
Por desgracia, o gracia, en este mundo neoliberal, la mayoría de los jóvenes aspiracionistas no estudian por vocación, sino por la necesidad de ganar dinero y escalar socialmente.
Si tienen posibilidades estudian carreras del futuro que sean rentables.
Otra buena intención, son los 2 mil 700 bancos del bienestar, que se construyen a lo largo y ancho del país para acercar servicios bancarios a los marginados.
Hasta donde se sabe, todavía no funciona ninguna de esas instituciones financieras en el estado.
Muchas de ellas, si no es que todas, se quedarán en el cascarón sin equipo ni cajeros automáticos.
No podrán competir con los OXXOS y los servicios bancarios que ofrecen.
Los bancos del bienestar son otra buena, costosa e inútil intención.
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