Semanario El Pionero

Expresión de Mexicali y su Valle

Post Opinión…

Santiago Nieto, entonces jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera de México, en una conferencia de prensa en Ciudad de México, el 22 de octubre de 2019. El funcionario presentó su renuncia a la UIF el 8 de noviembre de 2021. (Oficina de prensa, presidencia de México vía AP) (AP)

La renuncia de Santiago Nieto a la UIF en realidad lo beneficia

Por Luisa Cantú Ríos

Luisa Cantú Ríos es conductora en La Octava Noticias y el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano.

El 8 de noviembre Santiago Nieto presentó su renuncia al frente de Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), el organismo encargado de combatir la corrupción financiera en México. Lo hizo después de que su boda en Guatemala con la consejera del Instituto Nacional Electoral Carla Humphrey se convirtiera en un “asunto escandaloso”, según el presidente Andrés Manuel López Obrador.

En realidad, esta boda no fue un error que le costó la carrera, sino una oportunidad para cuidarla. Su salida pasará a la historia como la consecuencia directa de un evento social privado: haber hecho una fiesta. La oposición señala que la boda contradijo los principios de austeridad que tanto presume el gobierno, mientras otras versiones dicen que la molestia es que en la lista de personas invitadas había personajes con una agenda abiertamente anti López Obrador.

Lo importante es que su salida no fue —ni se ha señalado así en el discurso público— debido a su actuar dentro de la UIF. Es decir, no se vinculará con aciertos o desaciertos profesionales que, como dijo desde hace meses el periodista Raymundo Riva Palacio, eran una bomba de tiempo: “Nieto ha ido sumando funcionarios con agravios en su contra o con fricciones (…) lo que ha motivado extrañamientos de parte de López Obrador”.

Esto le permitirá capitalizar y mantener intacta —al menos por ahora— su reputación de “honesto” y “alguien que se atrevió a investigar blanqueo de capitales de grandes capos, y de políticos”, como lo describieron la analista Viri Ríos y la periodista Lydia Cacho.

Nieto ya había reconocido tener aspiraciones políticas —buscaba ser candidato a una gubernatura— y la UIF había dejado de ser el espacio que lo catapultó y colocó como un “zar anticorrupción” a principios del sexenio para convertirse en una oficina que, aunque anunció resultados importantes como el congelamiento en 2020 de más de 20,000 cuentas y 129 denuncias interpuestas ante la Fiscalía General de la República (FGR) para prevenir el lavado de dinero, no ha visto resoluciones finales en casos emblemáticos de exfuncionarios y empresarios acusados de corrupción como Rosario Robles, Genaro García Luna, Alonso Ancira, Juan Collado y una vieja batalla: Emilio Lozoya.

Antes de encabezar la UIF, y durante la administración pasada del priista Enrique Peña Nieto, estuvo al frente de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Electorales. Como fiscal anunció una carpeta de investigación contra el también priista Lozoya, entonces director de la empresa petrolera Pemex, por supuestamente ayudar a financiar las campañas del partido con dinero producto de sobornos. Al final fue despedido y la fiscalía dio carpetazo al asunto, que revivió hasta este sexenio.

Los detractores de Santiago Nieto consideran que estas investigaciones no han terminado en sentencias debido a filtraciones que supuestamente Nieto hizo a la prensa, lo cual afectaba el trabajo en activo de la FGR. Sus defensores opinan exactamente lo contrario: que todo el trabajo de la UIF se atora ante la lentitud y la agenda personal del fiscal general, Alejandro Gertz Manero.

En lugar de esperar a que “la bomba” (de grillas políticas e investigaciones pausadas) explotara, Santiago Nieto se va entre mensajes de apoyo incluso de altos mandos de Morena, el partido oficialista. Citlalli Hernández, la secretaria general, tuiteó: “El aporte de Santiago Nieto al proceso de transformación que encabeza López Obrador ha sido de gran valía; su congruencia lo reitera”.

Esto se suma a un mes de buena cobertura mediática que le abonó puntos como “presidenciable”, según el estudio ARMA (de septiembre-octubre) publicado por el periódico El Universal. El análisis revela que Santiago Nieto tuvo 58% de cobertura mediática positiva y solo 4% de negativa. Otros funcionarios, como el canciller Marcelo Ebrard, tienen 63% de cobertura positiva y 11% negativa. Esto colocaría a Nieto en el séptimo lugar de la fila, solo detrás de secretarios de Estado, coordinadores parlamentarios y gobernadores.

Si Nieto juega bien sus cartas podría usar este impulso para redireccionar su carrera en un corto o mediano plazo, coincidentes con el cierre del sexenio e inicio de uno nuevo. Un movimiento ya familiar para él.

Pero no es el único capaz de capitalizar una coyuntura supuestamente desafortunada. También lo hace el presidente López Obrador, al aparentemente castigar a quien se aleja de sus “principios morales” y sumar a Nieto a la lista de colaboradores en puestos estratégicos a quienes ha cambiado por gente más cercana y, de paso, con amplia experiencia política y operativa.

En este caso, al relevo de Nieto llega Pablo Gómez Álvarez, una reconocida figura de la izquierda mexicana, luchador social del movimiento juvenil universitario y campesino de 1968, y quien ha caminado junto al presidente López Obrador en su paso por el Partido de la Revolución Democrática y ahora Morena, además de un estudioso de la corrupción y autor de libros al respecto.

El cambio de titulares de la UIF también sirvió para reafirmar posturas en Morena: la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, muy cercana a López Obrador y quien se señala como su favorita para sucederlo, se alineó con el discurso presidencial de que las personas funcionarias públicas deben “vivir en la justa medianía y ser un ejemplo”. Incluso despidió a su entonces secretaria de Turismo local, Paola Félix, quien acudió a la boda en el avión privado de un empresario. En contraste, el senador Ricardo Monreal, líder de la bancada de Morena y quien también busca ser candidato presidencial en 2024, dijo que no se uniría al “coro” e incluso adelantó que podría ofrecerle trabajo a Nieto.

A los mensajes de apoyo del partido oficial también se han sumado los de la oposición, que pronto estará en busca de candidatos. Una frase común que se dice a quienes perdieron un empleo es “cuando una puerta se cierra, varias se abren”. Habrá que ver si efectivamente la congruencia es lo que marca el camino de quien fue llamado “el fiscal incómodo”.

*Publicado en portal The Washington Post